Tres ideas geniales de la filosofía
contemporánea
(y sus aplicaciones)
(y sus aplicaciones)
Lectio Brevis pronunciada con motivo de la jubilación de los profesores Abilio Abad, Fernando Celada y Miguel Angel Villalaín el día 24 de Junio de 2011 en la Capilla del IES Cardenal López de Mendoza.. Burgos. Spain.
Para
mí es un honor pronunciar esta Lectio Brevis ante el Claustro de Profesores y
ante tan insignes profesores que hoy se jubilan. He preparado una intervención
sobre tres ideas filosóficas que considero brillantes. La filosofía
contemporánea se encuentra muy dividida. Hay muchas corrientes y cosmovisiones
diferentes. Sin embargo creo que estas “tres ideas geniales” tienen muchos
seguidores, y son ideas que yo llamo ideas “potentes”, que pueden presentarse como grandes aportaciones
al pensamiento universal. Además, estas ideas tienen interesantes aplicaciones para la vida y para la educación. Son ideas,
en definitiva, que nos pueden ser muy útiles.
La primera es la idea de “falsación” del filósofo
austriaco K.R.Popper. Desde Galileo la ciencia había fundamentado su método en el verificacionismo:
una hipótesis es verdadera si hay hechos que la verifican. Según esto, lo que ha de hacer el científico
es aportar pruebas a favor de las hipótesis generales que, por inducción, se
han de convertir en leyes. Para Popper este método no es correcto porque basta
una sola falsación (o contraprueba) para que la hipótesis resulte falsa. Y las falsaciones
siempre son posibles pues la inducción científica siempre es incompleta. Esto
ya lo dijo Hume. Así pues, según Popper, si encontramos falsaciones la hipótesis ha de ser abandonada y, en su
lugar, ha de buscarse otra que la sustituya y en la que el nuevo hecho quede
explicado. Es así, precisamente, como la ciencia avanza: buscando hechos que
contradigan las hipótesis. Un ejemplo de
todo esto podemos verlo en la siguiente diapositiva:
Popper usaba el ejemplo de
los cisnes blancos y el cisne negro pero he preferido usar este del cuervo
blanco pues quedé impresionado hace tiempo con una noticia aparecida en el
Diario de Burgos en la que se veía a unos cazadores que habían capturado un
cuervo blanco. No había visto uno en mi vida. Pues bien, la cuestión es que el
verificacionismo cae en la “falacia del
consiguiente” muy estudiada desde siempre por los lógicos, mientras que el
falsacionismo obedece a un esquema lógico correcto que es el Modus Tollens. Para que esto se
entienda de un modo rápido diré que el verificacionismo razona como veis en la
siguiente diapositiva:
Aquí, a mano derecha, tenéis
la prueba del error lógico en el que cae el verificacionismo. Este simpático
bombero (que por cierto guarda un enorme parecido con un querido profesor de
este claustro) es la prueba contundente de lo que digo pues la calle puede
estar mojada por otras causas como esta del diligente bombero que riega y riega
sin cesar. El falsacionismo, sin embargo, razona de una manera correcta:
¿Tienen estas disquisiciones
lógicas alguna aplicación? Desde luego. Lo que nos viene a decir Popper es que
no podemos saber si una teoría es verdadera pero sí si es falsa. Y esto es ya
saber mucho. Además el falsacionismo
tiene muchas aplicaciones. Por ejemplo el falsacionismo puede protegernos de
las ideologías falsas. Miren esta diapositiva:
Aquí puede verse a Jesse Owen
(un conserje del famoso hotel Waldof Astoria) llegando el primero a la meta en
las olimpiadas de Berlín de 1933 y a la derecha se le ve recibir la medalla de
oro. Fijaros en el “ario” que brazo en alto y mano extendida saluda al estilo
nazi. Ha quedado tercero. ¿Pero no era la raza aria la raza superior? A la
vista de esto parece que no, al menos desde el punto de vista físico. Cuentan
que Hitler se levantó de la tribuna del estadio y se marchó contrariado. No era
para menos. Delante de sus propios ojos tenía una más que evidente falsación de
esa tontería de la superioridad de la raza aria. Y ¿qué decir de este simpático
señor de pelo revuelto que monta alegremente en una bicicleta? Es Albert
Einstein, una de las mentes más prodigiosas de la ciencia del siglo XX. ¿Era
ario? No. ¡Era judío! Otra falsación “sobre las ruedas de una bicicleta” del nazismo
en toda regla. Cualquiera, a la vista de esto, puede sacar una conclusión bien
sencilla: tampoco los arios son los más inteligentes. Y también podríamos
hablar del proyecto Manhattan de
construcción de la bomba atómica en el que la mayoría de los grandes
científicos e ingenieros eran judíos. Y también de la derrota en la II Guerra Mundial cuyo
final está magníficamente relatado en “El hundimiento”. Os recomiendo este filme. En él podéis ver
otra falsación del nazismo. Tampoco eran los mejores guerreros. ¿No es así? De
esta película hay un detalle que me impresionó: es patético ver como Hitler no
podía casi salir de su bunker a cielo abierto a fumarse un pitillo porque los
bombardeos eran incesantes. Pero ¿no eran la raza superior? Y ¿qué decir de la
imagen que está a la izquierda? Esa gente derribando el ignominioso muro de
Berlín. Es una falsación en toda regla del comunismo. ¿Cómo puede ser bueno un
sistema que necesita construir muros para que la gente no se escape?
El método de la falsación puede
servirnos, por tanto, para mejorar nuestro
sentido crítico y es una vacuna contra
los dogmatismos de las ideologías. La falsación nos muestra que el método más
racional de proceder en ciencia es el ensayo y el error y que este mismo método
lo podemos aplicar a nuestra vida. No somos perfectos, podemos equivocarnos y
lo hacemos con frecuencia. Pero si queremos tener éxito, si queremos mejorar en
cualquier faceta de la vida, en nuestro trabajo o en nuestra vida personal, lo
inteligente es reconocer errores y rectificar. Por eso Popper estaba en contra de las revoluciones.
Su crítica es demoledora. Los revolucionarios son dogmáticos porque no saben
qué consecuencias tendrán sus cambios radicales y no rectifican nunca. Lo
racional, por el contrario, es el “reformismo” frente al dogmatismo de las
revoluciones. Ensayar y rectificar continuamente porque no somos omniscientes y
nos equivocamos con frecuencia. ¿No es una idea genial?
La segunda idea de la que quiero hablaros es del “velo
de la ignorancia” del filósofo americano J. Rawls. Aparece en su obra “Teoría de la Justicia” en
1972 y ha revolucionado la filosofía social y la filosofía del derecho de la
segunda mitad del siglo XX. Todavía hoy, pese a las críticas comunitaristas,
republicanas, neoliberales y neoutilitaristas, el libro de Rawls es un texto de
referencia ineludible a la hora de hablar sobre temas como “sociedad justa”,
“libertades”, “formas racionales de igualitarismo”, etc.
El “velo de la ignorancia” es un “experimento
mental”, puramente teórico, mediante el cual se trata de impedir que los
individuos busquen ventajas para sí mismos y consigan soluciones buenas para
todos. Para aplicarlo las partes deben
olvidarse de sus intereses particulares, de sus circunstancias
personales, de su condición social, etc. y razonar una solución en clave
universal. Pondré un ejemplo. Suponed un barrio como el que se dibuja en la
siguiente diapositiva.
El problema que se
plantea es el siguiente: un autobús
escolar debe recoger a los niños de un barrio determinado que tien la
disposición de casas que vemos en la diapositiva. La cuestión es que debe hacer
una sola parada y que hay que decidir en qué punto hacerla. Para solucionarlo hay
que votar. Es la ley de la democracia. Pero, ¿qué votar? Cuando explico este caso en clase siempre
sucede lo mismo. Alguien levanta la mano
y pregunta: -Oiga profesor, ¿yo dónde vivo? Y yo le contesto siempre lo mismo:
no lo sabes. Así que tienen que votar
sin saber donde viven. Pues en eso consiste precisamente el “velo de la
ignorancia” en este caso, en votar haciendo caso omiso de nuestros intereses. Y
el resultado es siempre el mismo: todos votan por el punto B. Este punto B
viene a ser “la voluntad general” en términos de Rousseau. Sin embargo, si los que votan supieran dónde viven el
resultado de la votación sería probablemente el punto A que es el más conviene
a una mayoría. Este resultado es lo que llama Rousseau la “voluntad de todos” o
voluntad de la mayoría.
Hay que decir, no obstante, que este progreso moral
es difícil. Hay encuestas que demuestran que el tercer nivel, el nivel
post-convencional, solo lo alcanza un 10 % de la población. Y al hilo de este
dato podemos preguntarnos por qué es así. O sea, ¿por qué no transitamos del
egoísmo al universalismo moral? La
cuestión es compleja porque tampoco podemos decir que no se deban perseguir los
intereses particulares. Lo único que puedo decir ahora es que pensar y actuar
en clave universal también nos interesa. En el ejemplo del autobús escolar lo
tenéis muy claro. ¿Qué es mejor: un barrio en el que todos están contentos
porque el autobús para en el punto más equidistante de las casas (el punto B) o
un barrio en el que cuatro viviendas han conseguido por mayoría que el autobús
se detenga cerca de sus casas? Hay otros ejemplos que creo demuestran esto
mismo. Uno famoso es el del “dilema del prisionero”.
No puedo extenderme mucho,
pero el problema que se plantea aquí es que dos delincuentes están prisioneros y aislados. Si uno de los
dos delata al otro, sale libre y al otro le condenan a 20 años de prisión. Pero
si los dos callan solo serán condenados
a cinco años de prisión. No les conviene
pensar en clave “preconvencional”. El egoísmo moral en este caso les perjudica
porque si los dos se delatan acaban los dos 20 años en la cárcel. Otro ejemplo
que puedo citar es el caso de la congestión de tráfico: optar por usar el
transporte público siempre será una solución más beneficiosa para todos. Y un
ejemplo más: si vamos a cenar y tenemos costumbre de pagar a partes iguales y
nos dedicamos a pedir lo más caro para salir beneficiados, el precio de la cena
se desorbitará y todos saldremos
perjudicados. Pensar en clave universal significa en este caso pedir
moderadamente.
J. Rawls aplicó el “velo de la ignorancia” a
la Política y llegó a la conclusión de que, si hacemos abstracción de nuestros
intereses personales o de grupo, todos elegiríamos una sociedad que reuniera
tres condiciones que podéis ver en la siguiente diapositiva:
Voy con la tercera y última
idea “genial”. Se trata del concepto de “voluntad de sentido” del
psiquiatra austriaco V. Frankl. Este hombre tiene una historia vital
sorprendente y puede enseñarnos muchas cosas. Frankl sobrevivió al Holocausto,
después de haber estado en cuatro campos de concentración nazis desde 1942 a 1945; no ocurrió así
con sus padres y otros familiares, los cuales murieron en estos campos. Tras
esta experiencia (de sufrimiento humano)
Frankl desarrolló un acercamiento revolucionario a la psicoterapia
conocido como logoterapia. Al ver quien sobrevivía y quién no (a quién se le
daba la oportunidad de vivir), concluyó que el filósofo Friederich Nietszche
estaba en lo cierto en esto: “Aquellos que tienen un por qué para vivir, pese a
la adversidad, resistirán”. Pudo percibir cómo las personas que tenían esperanzas
de reunirse con seres queridos o que poseían proyectos que sentían como una
necesidad inconclusa, o aquellos que tenían una gran fe, parecían tener mejores
oportunidades que los que habían perdido toda esperanza.
Lo que este psiquiatra dice,
tal y como yo lo interpreto, es que somos como brújulas. El ser humano necesita
en todo instante estar orientado hacia algo y si no, sufre. Frente a Freud
sostiene que la frustración del hombre actual no es de tipo sexual, sino de
tipo existencial o sea de falta de sentido. Estamos desorientados y eso nos
hace sufrir. El hombre se ve a sí mismo como un ser libre que tiene que decidir
qué hacer con su vida, como afrontar las circunstancias que le han tocado
vivir. Así que su vida no está cerrada ni por su biología, ni por la sociedad,
ni por la historia ni por la fatalidad, pues puede actuar frente a esas
circunstancias de un modo o de otro. De ahí que lo que más le preocupa al ser
humano es: ¿qué sentido voy a darle a mi vida? En este punto Frankl nos brinda
una reflexión genial: si no le damos nosotros un sentido a nuestros actos
corremos dos serios peligros: el conformismo que consiste en dejarse llevar, o
sea, hacer lo que hacen otros o el totalitarismo que consiste en hacer lo que
otras personas quieren que hagamos. Esta reflexión explica muchas cosas como el
ascenso de los totalitarismo nazi y comunista de los que antes hemos hablado.
Para Frankl, decía, la
enfermedad de nuestro tiempo es la desorientación existencial. Esta desorientación
se traduce en "frustración existencial" que es la situación en la que
una persona se sume en un sentimiento de falta de sentido o en una sensación de
vacío. Y la solución que propone me parece simplemente genial: seremos más
felices si nos consagramos a un deber, a hacer algo por alguien, si nos
autotrascendemos, es decir, si salimos de nosotros mismos. ¡A las personas les
gusta sentir la tensión que envuelve el esfuerzo de una meta valiosa que conseguir!
Así pues, en cada situación de la vida podemos encontrar un DEBER a realizar y
así darle sentido a nuestra existencia. Eso nos hará felices. Un ejemplo lo
tenemos en la felicidad que experimentan las personas que se dedican a ayudar a
los demás. Alguien que cuida, por ejemplo, de su madre enferma se siente feliz
por ello. Y la explicación es que al hacerlo sale de si mismo y su vida tiene
un sentido claro. Por eso huir de las situaciones de enfermedad o sufrimiento
de otros es un error. Cualquiera de nosotros, que nos dedicamos a la
enseñanza, sabemos que una de las pocas satisfacciones que nos da nuestra
profesión es cuando nuestros alumnos vuelven al cabo del tiempo y nos agradecen
nuestros esfuerzos por enseñarles algo. Esta felicidad es consecuencia de
nuestro esfuerzo diario (a veces poco valorado por la sociedad) por educar a
los jóvenes. Esto nos hace felices y da sentido a nuestras vidas.
La idea de la “voluntad de
sentido” tiene muchas aplicaciones. Una que
me parece muy interesante es la que hace referencia al modo de tratar a
las personas que han cometido un delito y están en las cárceles. Al respecto
merece la pena que os lea un texto de V. Frankl extraído de una conferencia que
bajo el título “El poder de obstinación de la mente humana” dio V. Frankl a los
presos de San Quintín. Les dijo: «Chicos, vosotros sois personas, personas
igual que yo, y como personas, sois libres y responsables. Habéis tenido la
libertad de cometer un disparate, una canallada, un crimen. Pero ahora hacedme
el favor de pensar que tenéis la responsabilidad de superaros a vosotros
mismos, de ir más allá de vuestro estado de culpabilidad». Hay que imaginarse la situación. Un
conferenciante se presenta ante un auditorio y dice: Hola me llamo V. Frankl y
vengo a decirles que son ustedes unos criminales, unos canallas y unas malas
personas. Pues nadie se movió de sus asientos, porque V.Frankl les mandó a
continuación otro mensaje: ustedes son unas malas personas pero pueden dejar de
serlo ahora mismo, desde ya, si ustedes se lo proponen. Merece la pena leer el
comentario que hace V. Frankl sobre como reaccionaron los presos: “ Miren,
puedo demostrar que lo aceptaron favorablemente, que tuvo éxito, porque
presentar a una persona que ha cometido un crimen cualquiera como víctima de
las circunstancias no tiene absolutamente nada que ver con el humanitarismo, sino
todo lo contrario, es una de las peores humillaciones que podemos causar a un
ser humano, una violación de su dignidad, porque, si así lo hiciéramos, lo
consideraríamos un mero aparato estropeado, una máquina que debe ser reparada,
cosa que el hombre no es en absoluto. y viceversa, si tomamos en serio al ser
humano como tal, si lo consideramos libre y responsable, podremos apelar
también a su libertad y a su responsabilidad, y sólo así le daremos una
oportunidad para que realmente «tome las riendas» de su destino, para que se
transforme y se supere. Ser persona no significa nunca tener que ser sólo así
y nada más, sino que es poder ser siempre de otra manera”.
Esta reflexión de V. Frankl,
me parece genial y creo que puede sernos muy útil para nuestra vida personal y también
para nuestra tarea educativa. En nuestra vida personal se traduce sencillamente
en esto: no nos engañemos, solo seremos felices si elegimos cumplir con un
deber que nosotros mismos debemos descubrir. La felicidad, que tanto buscamos,
no está en el placer sino en salir de nosotros mismos y hacer algo bueno por
otra persona y por la humanidad. Y en el campo educativo creo que es esto mismo
lo que debemos decirles a nuestros alumnos: “puedes ser mejor si quieres. En ti
hay un punto de libertad que puedes usar si quieres para superar tus problemas
y realizarte como persona.”
Terminaré aplicando estas tres ideas geniales a la educación. Popper nos marca un objetivo educativo muy claro. Debemos formar mentes críticas que estén vacunadas frente a los fanatismos, mentes abiertas que busquen la verdad sin cerrarse a los nuevos hechos. Y debemos enseñarles la idea de que serán mejores si aplican el método del ensayo y del error, o sea, si rectifican cada vez que se equivocan. Rawls nos dicta, en mi opinión, otro consejo educativo: debemos enseñar a nuestros alumnos a pensar en clave universal, a huir de los egoísmos morales y de los particularismos morales, a considerarse ciudadanos del mundo y a pensar globalmente. Y, por fin, V. Frankl nos aporta una idea educativa muy valiosa y que podemos resumir así: debemos educarles en la idea del esfuerzo y la responsabilidad y en la idea de que serán más felices si descubren su deber en la vida y tratan de realizarlo.
Pues, al hilo de esta reflexión de V. Frankl, me
gustaría terminar esta Lectio con un regalo personal para los tres profesores
que hoy se jubilan. El regalo es una idea que he leído a Mark Twain y que espero os sea útil en esta nueva vida que hoy
iniciáis. Dice así:
Me parece un buen consejo para ser felices en esta
nueva etapa de la vida que es la jubilación. Vosotros, queridos compañeros, habéis
dedicado largos años a cumplir con un deber hermoso que es el de educar a las
futuras generaciones. Pero el hecho de que hoy os jubiléis de la enseñanza no
significa que os jubiléis de la vida. Así que, tened en cuenta esto que
dice Mark Twain y no os separéis nunca
de vuestras ilusiones, porque si perdéis las ilusiones, seguiréis existiendo,
pero habréis dejado de vivir.
Muchas
gracias y mucha suerte.
Marcial Izquierdo
Marcial Izquierdo