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V. Frankl: la "voluntad de sentido"
(1905-1997)



Una alternativa actual al sinsentido existencial promocionado por la filosofía postmoderna (y  también al psicoanálisis de Freud) la puedes encontrar en la psicoterapía del psiquiatra austriaco Viktor Frankl. Para este psiquiatra (que estuvo recluido en los campos de concentración nazis) la primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle un sentido a la propia vida. Lo más radical en nuestra naturaleza es la "voluntad de sentido" y no la “voluntad de placer” de Freud o la “voluntad de poder” de Nietzsche.


Esta idea de la "voluntad de sentido" me atrae mucho. En primer lugar porque destaca la naturaleza "filosófica" del ser humano (todos somos filósofos) que, más allá de le mera adaptación al medio (o la mera satisfacción de nuestros instintos), lo que realmente quiere es descubrir el sentido de todo, el porqué de todas las cosas y, dentro de este sentido general, el sentido propio de cada vida. Mi experiencia personal corrobora esta idea de Frankl. Ésta fue una de las razones que me impulsaron a estudiar filosofía: quería (y sigo queriendo) saber el por qué de todo.

Crítica al psicoanálisis

El psicoanálisis, para Frankl, tiene una visión mecanicista del ser humano. El ser humano no es para Freud un agente libre, sino una entidad en continuo conflicto entre dos instancias, el ello que busca realizar el placer y el super-yo que busca reprimirlo. El yo tiene que vérselas con ambas y procurar su entendimiento para lograr la supervivencia. Pero este yo consciente puede verse desbordado por una u otra instancia y entonces surgen diferentes psicopatologías que pueden conducir al ser humano a la muerte (si no domina al ello) o a una vida reprimida (si hace demasiado caso al super yo).
A esta teoría psicoanalítica opone Frankl su “análisis existencial”: el ser humano no es un mecanismo, es un agente libre, autónomo, que se ve a sí mismo como responsable de sus actos y cuya pasión fundamental es la “voluntad de sentido”.

Un mal de nuestros días: la desorientación existencial

Para V.Frankl, la enfermedad de nuestro tiempo es la desorientación existencial del personal. Esta desorientación se traduce en "frustración existencial" que es la situación en la que una persona se sume en un sentimiento de falta de sentido o en una sensación de vacío. Vivimos en la "era del vacio" -según feliz expresión de Lipovesky- y claro el personal anda como las veletas:al viento que más sopla.

El remedio

La solución para esta enfermedad es encontrarle un sentido a la vida. ¿Cómo lograrlo? En primer lugar cada uno debe preguntarse por el sentido de su vida, bajo la premisa general de que en todo hay un sentido y que, en cualquier situación, por mala que sea, podemos encontrar un cometido que merezca la pena y del que podamos sentirnos orgullosos. Esto es lo que defiende V. Frankl en su libro más conocido "El hombre en busca de sentido", donde se relata su experiencia en un campo de concentración nazi. El psiquiatra inmediatamente le encontró un sentido a su estancia: debía ayudar a los demás a mantener la esperanza y a darle un sentido a su situación a pesar de los nazis. Impresionante, la verdad.

(No dejes de leer este interesantísimo libro)

Para comprender esta idea también puedes ver "La vida es bella", una genial película que está, al parecer, inspirada en parte en el libro de V. Frankl. Se cuenta la historia de la estancia en un campo de concentración nazi de un padre y un hijo y de cómo se las apaña el padre para hacerle a su hijo feliz esa dramática situación. Ése era el sentido que le dió a su existencia en esa terrible situación: hacer que su hijo no sufriera lo más mínimo y que casi ni se diera cuenta de la situación. Podría haber hecho lo que otros:quejarse y vivir atemorizado, pero optó por hacer algo que tuviera sentido en ese mundo de locura irracional en el que se encontraba atrapado.

¡Impresionante!


Encontrar el sentido propio que tiene nuestra vida es como descubrir parte de la verdad del Universo y luchar por conseguir realizarlo debe ser, para V. Frankl, la guía de nuestra conducta. Seremos más felices si nos consagramos a un deber, a hacer algo por alguien, si nos autotrascendemos, es decir, si salimos de nosotros mismos. (Esta idea me suena: ya la hemos visto formulada por el cristianismo con su mandato de amor al prójimo. Vaya, vaya...) Por eso nada más lejos de la felicidad del ser humano que buscar simplemente una vida tranquila y adaptada (tan de moda en nuestros días) o pensar que todo es casual o producto de la suerte.

Si no le encontramos un sentido a nuestra vida, dice Frankl, corremos dos serios peligros, o bien hacemos lo que hacen otros (conformismo) o lo que otras personas quieren que hagamos (totalitarismo). Por eso, encontrarle un sentido a la vida ( rechazando la idea de la vida como algo casual) y esforzarse en cumplirlo, es la mejor solución para evitar ambos peligros. Además, concluye, Frankl solo así seremos felices y nos mostraremos satisfechos con nuestras vidas.

La conciencia moral

Otra idea genial de este psiquiatra es su análisis de la conciencia moral humana. Somos libres y por eso somos responsables de lo que hacemos. Dicho en sentido contrario: si no fuéramos libres no seríamos responsables de nada de lo que hacemos. Luego si somos responsables (por ser libres) la cuestión que hay que plantearse es: pero, ¿responsables ante quién? Muchos han contestado a esta pregunta diciendo que, como poco, esta responsabilidad del ser humano es ante su conciencia. Y aquí es donde Frankl resulta innovador: ¿Cómo ante su conciencia? ¿Quiere esto decir que somos solo responsables ante nosotros mismos? ¿Qué tipo de responsabilidad es esa? ¿Es suficiente decir que somos responsables ante nosotros mismos? Para Frankl esto no tendría sentido: no es ante uno mismo ante quienes somos responsables pues entonces cualquier decisión que tomemos sería moralmente aceptable, ya que si el yo es el legislador absoluto puede justificar cualquier decisión. ¡Toma ya!

La conciencia moral nos sitúa (lo queramos o no) ante el "deber ser" de cada uno, que es independiente de cualquier otro impulso o deseo, e incluso contrario a éstos. Un deber que solo surge del yo justificaría cualquier decisión del yo. Por eso el deber que nos muestra la conciencia no puede ser sino la voz de otra instancia superior al yo. Esa otra instancia es Dios o lo que es lo mismo el principio absoluto del Bien del que solo pueden emanar los imperativos morales. Por eso para Frankl la responsabilidad moral es una responsabilidad, no ante mi conciencia, sino ante una instancia superior a ella que habla a través de ella.

No me considero una persona perspicaz pero esta argumentación me parece muy difícil de rebatir. Si es verdad que en nuestra conciencia resuenan esos imperativos morales que son independientes e incluso contrarios a nuestros impulsos o a la educación recibida, entonces Alguien habla en nuestra conciencia. La responsabilidad moral solo tiene sentido si existe un ante quién ser responsable, o sea, si existe Dios. Esto lo sabía muy bien Nietzsche: si Dios no existe, ¿por qué el yo ha de someterse a criterio moral alguno? O dicho en otros términos: si soy yo la última instancia a la hora de decidir mi acción puedo hacer literalmente lo que me dé la gana.

La presencia ignorada de Dios

De todo esto se deriva una argumentación sobre la existencia de Dios que me parece también muy solida. La conciencia remite a algo extra-humano, distinto de uno mismo, del que provienen los mandatos morales. La conciencia no es la ultimidad, sino la "penultimidad", pues uno no es responsable ante sí mismo (ya que el yo libre puede decidir hacer lo que quiera), sino ante quien manda cumplir con el deber. La conciencia no tiene ni un origen psicológico ni psicogenético, sino ontológico. Ningún ideal moral es eficaz si proviene del yo, si es inventado por el yo, pues el yo puede cambiarlo a su gusto, careciendo así de suficiente imperatividad. El auténtico ideal moral es categórico y ha de provenir de una instancia extra humana. Si no es así, estaríamos como colgados en el aire (un deber ser lanzado hacia la nada -Sartre- no tiene sentido).

De modo que la conciencia abre el camino a la trascendencia, a una instancia extra-humana que ha de ser algo personal, pues sus mandatos se dirigen a la persona como tal persona, única e irrepetible. Puede ser ignorada o no, pero su voz resuena en nosotros lo queramos o no. El hombre irreligioso ignora esta trascendencia, no se pregunta "de dónde" surge su conciencia ni "ante qué" se es responsable. Pero no, por ello, (todos tenemos ese inconsciente religioso) deja de tener una tendencia inconsciente e intencional hacia Dios. Por eso hablamos de "la presencia ignorada de Dios", porque Dios nos puede ser inconsciente en la medida en que su presencia es reprimida.

Este Dios oculto, por otro lado, no es la "imagen del padre" como sostenía Freud, sino más bien el prototipo de toda paternidad. Aunque nuestro padre carnal sea el primero ontogenética, biológica y biográficamente, Dios es el primero ontológicamente. Mi padre carnal es el representante de Aquel que lo ha engendrado todo. Tampoco puede reducirse a un Dios panteísta (a la idea de que Dios está en nosotros). Lo que está en nosotros es su voz que nos invita a un diálogo personal. Y una aclaración más: este Dios habla en el inconsciente y nos deja libertad, no es un impulso (como pensaba Jung), como pueda serlo un impulso instintivo o erótico.

La auténtica religiosidad

"La verdadera y auténtica religiosidad no tiene carácter impulsivo, sino decisivo; la religiosidad permanece con su carácter decisivo y deja de ser tal si se asimila a la impulsividad. Porque la religiosidad o es existencial o no es en absoluto... para nosotros, repetimos, el inconsciente espiritual y muy en particular la religiosidad inconsciente no es un inconsciente determinante, sino existente..."
No cabe hablar pues del "porvenir de una ilusión" sino de la "eternidad de una realidad" y de la "...actualidad y omnipresencia de esa realidad que constituye, como se nos ha puesto de manifiesto, la religiosidad del hombre: una realidad en el sentido empírico más estricto; realidad, lo repetimos, que también puede permanecer o hacerse inconsciente, e igualmente reprimida".
Pero esta religiosidad (esta idea me chifla) sólo es auténtica si es decidida libremente por el ser humano, no si se es impulsado hacia ella. Libertad que es la base de la dignidad humana, que llega incluso al no a Dios, permitido por el propio Dios. Lo cual debe conducir a la tolerancia y al respeto del no creyente, que debe encontrar por sí mismo el camino hacia la trascendencia.

Dos anécdotas

Para terminar con este autor me vas a permitir un par de anécdotas que explican muy bien el sentido de su filosofía. Casi mejor que te las cuente el propio Frankl:



(Prisión de San Quintín)

"Cerca de San Francisco hay otro presidio, San Quintín, cuyo director me pidió repetidas veces que fuera a dar una conferencia, a hablar delante de los pre­sos. Es una cárcel de las de peor fama; incluso hoy se conserva una cámara de gas. Me acompañó un profesor de la Universidad de Califomia que quería entrevistar a los presos al finalizar mi conferencia. Les preguntó qué opinaban de la misma -pues cada mes venían a la cár­cel psicólogos y psiquiatras de San Francisco- y los re­clusos le dijeron: «Mire, todos intentan convencemos de que nuestro pasado, nuestra niñez, es el culpable de todo, que lo llevamos encima, arrastrándolo sin parar como una rueda de molino atada al cuello. En general, prácticamente todos nosotros hemos dejado de acudir a las conferencias. A la de Frankl sí que hemos ido por­que nos han dicho que también fue prisionero, pero es­te Frankl nos ha explicado algo muy distinto que los demás, porque ha dado a entender que cada uno de no­sotros todavía podría tomar las riendas de su destino, podría convertirse en otra persona». Permítanme que les traduzca a mi alemán de Viena lo que realmente les dije a aquellos presos: «Chicos, vosotros sois personas, personas igual que yo, y como personas, sois libres y responsables. Habéis tenido la libertad de cometer un disparate, una canallada, un crimen. Pero ahora hacedme el favor de pensar que tenéis la responsabilidad de superaros a vosotros mismos, de ir más allá de vuestro estado de culpabilidad». Miren, puedo demostrar que lo aceptaron favorablemente, que tuvo éxito, porque presentar a una persona que ha cometido un crimen cualquiera como víctima de las circunstancias no tiene absolutamente nada que ver con el humanitarismo, si­no todo lo contrario, es una de las peores humillaciones que podemos causar a un ser humano, una violación de su dignidad, porque, si así lo hiciéramos, lo considera­ríamos un mero aparato estropeado, una máquina que debe ser reparada, cosa que el hombre no es en absoluto. y viceversa, si tomamos en serio al ser humano como tal, si lo consideramos libre y responsable, podremos apelar también a su libertad y a su responsabilidad, y solo así le daremos una oportunidad para que realmente «tome las riendas» de su destino, para que se transfor­me y se supere. Ser persona no significa nunca tener que ser sólo así y nada más, sino que es poder ser siempre de otra manera. Esta capacidad de auto­transformación, esta capacidad de madurar más allá de uno mismo no se la puedo negar a nadie, porque si no, la capacidad se marchitará."

Y la segunda:

"Miren, una vez yo mismo me convertí en culpable con respecto a esta «negación» de la capacidad, a este derrotismo moral. El individuo más mefistofélico que he conocido en mi vida fue un íntimo compañero de profesión que más tarde sería conocido como «el mata­rife del Steinhof», que era una institución para enfer­mos mentales de Viena. Se había destacado como nadie en la eutanasia practicada a los enfermos mentales du­rante el nazismo. Tras la guerra se dijo que había huido a América del Sur. Pero un par de años más tarde me vino a ver a la consulta un antiguo diplomático austria­co y me preguntó algo así como: «Dígame, doctor, ¿por casualidad conocía usted al doctor Fulanito?». Resultó que ambos compartieron celda en la célebre cárcel mos­covita de Lubjanka. Mi colega murió allí, relativamen­te joven, de cáncer de vejiga. Picado por la curiosidad, le pregunté: «¿Qué clase de persona era en aquel en­tonces?». El diplomático me respondió: «Ese tipo fue el mejor compañero que se puede imaginar. Por poco que podía, nos ayudaba, y si no podía, por lo menos nos consolaba. Debo admitir -éstas fueron las pala­bras del diplomático- que era un santo».
Damas y caballeros, ¿se atreverían ahora a dirigirse a alguien y negarle la capacidad de «convertirse en otro»?



(V. Frankl. Sobre el poder de obstinación de la mente. En “El principio era el sentido”. Paidós).

Bueno, creo que merecía la pena extenderse un poco con este psiquiatra, que ha creado toda una escuela y que a mi me parece de una gran lucidez. Estés o no de acuerdo con sus planteamientos no dejarás de reconocer que tienen su lógica.
Nuevos rumbos para el movimiento analítico: el debate sobre Dios

 Las críticas a las principales tesis metafísicas del movimiento analítico realizadas por Popper y otros, han tenido el efecto de que  muchos filósofos, dentro de este movimiento, hayan aceptado plantearse cuestiones metafísicas, incluidas cuestiones teológicas como la existencia de Dios.

Sirva de ejemplo el debate que sobre Dios (y la posibilidad de demostrar su existencia) se lleva a cabo en el seno de este movimiento en nuestros días.
Te cuento:

El agnosticismo de Wittgenstein

Aunque el segundo Wittgenstein era más comprensivo para con el lenguaje teológico, lo cierto es que lo consideraba más bien la expresión de un deseo humano de encontrarle sentido al mundo. Pero de ninguna manera podía tomarse como un intento racional de llegar a demostrar la existencia de Dios. Tal posibilidad está fuera del alcance de la razón humana.
La posición de Wittgenstein no es una posición atea sino agnóstica: no niega la religión ni la posibilidad de que existan las realidades como Dios. Lo que Wittgenstein niega es la posibilidad de construir un discurso racional sobre estas cuestiones. La religión forma parte de “lo místico”. Y la experiencia mística no es un conocimiento, sino un sentimiento de que existe el sentido del mundo. Por eso para Wittgenstein:

“Creer en un Dios quiere decir comprender el sentido de la vida. Creer en un Dios quiere decir ver que con los hechos del mundo no basta. Creer en Dios quiere decir ver que la vida tiene un sentido” (Diario Filosófico)

La posibilidad racional de Dios

Pero otros miembros destacados del movimiento analítico como E. Anscombe, discípula predilecta de Wittgenstein, N. Malcolm, Alvin Plantinga o R. Swinburne han defendido la posibilidad de un conocimiento racional de tipo probativo acerca de la existencia de Dios y la capacidad del método analítico para estudiar diferentes aspectos de la religión como el concepto de Dios, los argumentos sobre la existencia de Dios, el problema del mal o la racionalidad de la religión. Para estos autores es posible desarrollar una "filosofía analítica de la religión" que ponga el acento en el análisis lógico y conceptual de los enunciados religiosos y mostrar que la creencia religiosa en Dios tiene sus razones.

Malcolm, que fue discípulo de Wittgenstein, cree posible enunciar el argumento ontológico de modo que pruebe, al menos la racionalidad, de la existencia de Dios:

"Si Dios existe, su inexistencia es imposible, y si Dios existe, su existencia es necesaria. Para que la existencia de Dios fuera imposible, tendría que ser contradictoria. Como el concepto de Dios no es contradictorio, la existencia de Dios es necesaria".

A este argumento se le ha criticado (Findlay) que "no es posible construir puentes entre meras abstracciones y la concreta existencia". Pero Malcolm se defiende: es cierto referido a existencias de tipo contingente, pero no si se trata de una existencia necesaria, la cual ha de ser una propiedad del ser "absolutamente ilimitado".





Plantinga se opuso inicialmente al argumento de Malcolm. Según Plantinga Malcolm dice: "la existencia de Dios es lógicamente necesaria". Para Plantinga equivale a decir: "la proposición 'Dios es' es lógicamente necesaria". Si es verdadera, su negación nos conduciría a una contradicción y no parece que la proposición "Dios no existe" sea contradictoria.

Ahora bien, el argumento se puede formular de otro modo más plausible para Plantinga: es posible que haya un Ser que tenga la máxima grandeza (puesto que si una proposición es posiblemente verdadera desde el punto de vista lógico entonces es necesario que sea posiblemente verdadera). De esto se sigue, por lógica modal ordinaria, que la máxima grandeza no sólo está posiblemente ejemplificada, sino ejemplificada de hecho.

Pero a Plantinga le preocupó sobre todo resolver la objeción a la existencia de Dios que supone la existencia del mal en el mundo. Al respecto nos dice:

n  “La creación de un mundo que contiene bien moral es un curso de acción arriesgado que implica una cooperación: requiere de la concurrencia no coaccionada de criaturas libres. Pero entonces la actualización de un mundo que contiene bien moral no depende solo de Dios. Depende de Dios, por supuesto, crear o no crear criaturas libres, pero si Dios apunta a producir bien moral, debe entonces crear cria-turas libres de cuya cooperación desea depender. El poder de un Dios omnipotente queda así limitado por la libertad que otorga a sus criaturas”.

n  Hay razones que explicarían la compatibilidad de la existencia de Dios con el mal físico: es posible que los ángeles caídos, es decir, determinadas criaturas libres, sean la causa de ese mal, para desesperación humana.

Para William Craig: es intuitivamente obvio que todo lo que existe tiene una causa de su existencia, pero si el universo comenzó a existir como sostiene la astrofísica actual, entonces tiene que haber una causa de su existencia.




Para R. Swinburne los argumentos sobre la existencia de Dios tomados en su conjunto convierten la existencia de Dios en más probable que la inexistencia. Retoma el argumento cosmológico y también el teleológico que reformula así:

"Si la causa de cada estado del universo son estados previos y no nos remontamos a una causa primera, entonces el universo como un todo queda inexplicado. Esto se evita si admitimos que Dios es causa de que el universo se sostenga en el ser y que unos estados den lugar a los siguientes"

"La multiplicidad ordenada que vemos en el universo hace altamente probable la existencia de Dios."

En fin, como puedes ver, los analíticos han regresado con ganas a la metafísica. Y es que ponerle límites a la razón humana es algo así como ponerle puertas al campo.

¿No te parece?
El existencialismo

Bajo el término "existencialismo" se incluyen una serie de filosofías que han hecho de la existencia el objeto primordial de su reflexión. Su preocupación fundamental es la condición del ser humano como ser que existe de un modo contingente.





El existencialismo proviene de la reacción antihegeliana llevada a cabo por el filósofo danés S. Kierkegaard en el siglo XIX. Esta filosofía insistió en el carácter individual de la existencia de cada ser humano frente a la abstracción hegeliana que consideraba al ser humano como alguien inmerso en un proceso histórico dialéctico que le supera y arrastra.

Los existencialistas también se oponen al idealismo platónico (no hay esencias sino existencias) y a la visión platónica del hombre como parte de un organismo social careciendo así de importancia su individualidad. La existencia -dice Sartre- precede a la esencia. Esto quiere decir que vamos realizando una esencia a medida que vamos existiendo, pero lo primero es existir. Este existir, consiste, como señala Heidegger, en estar ahí, en el mundo y ser de un modo temporal.

El existencialismo no ha sido una escuela filosófica uniforme, pero pueden señalarse algunos puntos en común como:

-La insistencia en la existencia humana como principal problema de la filosofía.
-La insistencia en la individualidad del ser humano.
-La insistencia en la subjetividad humana.
-La utilización del método fenomenológico.

Dos tipos de existencialismos

Al margen de estas coincidencias generales los filósofos existencialistas del siglo XX se encuentran divididos principalmente en torno a la posibilidad de la trascendencia individual. En este sentido cabe distinguir entre existencialismos ateos, como el de Heidegger y Sartre, y existencialismos cristianos, como el de Jaspers, Marcel y Unamuno. Las diferencias entre ellos se refieren al carácter trascendente o no de la existencia humana. Mientras que para Heidegger, el "ser ahí" que somos los seres humanos es un ser radicalmente temporal cuya única posibilidad es la muerte y para Sartre el ser humano es una pasión inútil, para Jaspers, Marcel o Unamuno el ser humano quiere perdurar en la existencia y está abierto a la trascendencia, única posibilidad ésta de dotar de sentido a su propia existencia.


I-La filosofía existencial de M. Heidegger (1889-1976)



Su preocupación fundamental es el Ser como cualidad general de la existencia, y el ser-ahí como concreción individual del Ser. Para Heidegger la pregunta fundamental de la filosofía es: ¿por qué hay algo y no más bien nada? La respuesta a esta pregunta es un misterio. En su principal obra, "El Ser y el Tiempo", hace una exposición de su ontología sobre el Ser y el "ser-ahí". El carácter metafísico de esta obra le ha valido a Heidegger la crítica de la filosofía anglosajona analítica para la cual muchas de sus afirmaciones carecen literalmente de sentido. Heidegger también llevó a cabo una reflexión sobre la Técnica, a la que considero como el cuidado que el dasein o ser-ahí tiene para mantenerse en la existencia. Pero la técnica no puede evitar la única posibilidad cierta, irrebasable, irreferente, peculiar e indeterminada del hombre que es la muerte. El ser-ahí, que es el hombre, puede llevar una existencia inauténtica si no es consciente de que su única posibilidad, cierta e irrebasable, es la muerte.


II-El existencialismo de J. P. Sartre (1905-1980).


Sartre, influido por Heidegger, expone en su obra principal "El Ser y la Nada", sus principales reflexiones sobre el Ser. En ella distingue entre el ser-en-sí, que sería el ser de las cosas, y el ser-para-sí, que sería el ser de la conciencia humana, de la subjetividad. Las características principales que definen a este ser-para-sí son la libertad (somos libres a pesar de las circunstancias) y la temporalidad (somos seres para la muerte). Así pues, este ser-para-sí es una nada y su pretensión de ser un ser-en-sí-para-sí una imposibilidad. El ser humano es una pasión inútil y la existencia un sinsentido.En sus últimos años Sartre se vio influido por el marxismo. Así en su obra "Crítica de la Razón Dialéctica" quiso dotar a su existencialismo de un carácter más crítico y comprometido, considerando al marxismo como la filosofía de nuestro tiempo que debía, no obstante, rectificar algunas de sus ideas y aceptar postulados del existencialismo, como la libertad radical del ser humano y la actuación sin esperanza, propia de la moral existencialista.

III-Las filosofías de la existencia de Karl Jaspers, Gabriel Marcel y Miguel de Unamuno.



Para K. Jaspers (1883-1869) el problema fundamental de la filosofía es el problema del ser. Este problema no lo pueden solucionar las ciencias positivas que consideran a todo ser como una realidad objetiva, sino la metafísica. El ser humano es una subjetividad capaz de trascenderse a sí mismo y conocer otras realidades también subjetivas. En la búsqueda de un fundamento de la existencia encuentra que Dios, no sólo puede existir, sino que debe existir como fundamento último de toda la realidad.



G. Marcel (1889-1973) , convertido al catolicismo en 1929, rechazó en su obra "El misterio del ser" el término existencialismo para referirse a su pensamiento prefiriendo el de "neosocratismo cristiano". Para Marcel el ser humano está abierto a los otros seres y a Dios. Esta tendencia nace en el interior del ser humano y fundamenta la esperanza de la trascendencia.


Dentro de este grupo de existencialistas cristianos podríamos incluir al pensador español Miguel de Unamuno (1864-1936). Tras superar el positivismo de su primera época, Unamuno experimenta una crisis religiosa en 1897 que le conduce a una posición existencialista muy acorde con la filosofía de S. Kierkegaard. En obras como "El Sentimiento trágico de la vida" o en su "Diario íntimo" manifiesta que el deseo más íntimo del ser humano es vivir siempre. Este deseo de inmortalidad es el que nos abre a la trascendencia y su realización la única posibilidad de encontrarle un sentido a la existencia.

Mi comentario

Lo que me gusta de esta filosofía es que defiende la libertad humana frente a todo tipo de necesitarismos históricos o determinismos metafísicos. Ya sean creyentes en un más allá o no, todos estos filósofos no se han tragado eso de que estamos determinados por las circunstancias o por un destino oculto, tan típico de muchas filosofías contemporáneas. La libertad es, para estos filósofos, una evidencia que cada cual puede descubrir por sí mismo.
Tampoco puedo ocultarte mi preferencia por los existencialismos “abiertos”, que son aquellos que creen en la posibilidad de trascendencia del ser humano. Los existencialismos “cerrados”, que son aquellos que encierran al ser humano en una existencia sin trascendencia, no dejan de ser un tanto absurdos. Y ya sabes que yo soy de los que pienso que tiene que haber una explicación con sentido sobre el Universo y nuestra presencia en él. Y, la verdad sea dicha, no me parece que tenga mucho sentido lo de que somos “seres para la nada” que decía Heidegger. Yo no digo que pueda demostrarte que esto que dice Heidegger sea falso, pero sí creo que puedo decirte que no tiene ningún sentido. Y como yo soy un filósofo y le busco sentido a todo, no puedo acoger esta filosofía, precisamente porque no me ofrece ninguna respuesta con sentido.   
Estos existencialismos “cerrados” son, por otro lado, muy pesimistas y conducen al ser humano a llevar una existencia taciturna y angustiada. ¿Y si no fueran ciertos? ¡Maldita la gracia que me hacen! Toda la vida angustiados con estas filosofías y luego a lo mejor resulta  que no era para tanto. Una vida de lloros y lamentos, me parece una vida perdida y aburrida. Prefiero infundir esperanzas. Ya te lo he dicho más veces: tan insólito es que exista otra vida como que exista la vida de ahora. Y la vida de ahora es una evidencia. Luego la otra vida no se puede descartar. Y si luego no hubiera otra vida mejor, pues al  menos habremos vivido con optimismo y esperanza, que no es poco.
 En cuanto a ese tópico de que el ser humano no tiene esencia sino existencia, creo que hay que matizarlo. Es cierto que vamos “siendo y desiendo”, o sea, que vamos cambiando. Pero también es indudable que el cambio se opera sobre una determinada base que es la naturaleza humana. Ya lo dijo Parménides: pasar del ser al no-ser es imposible. Por eso el cambio se opera siempre sobre algo que permanece. Eso que permanece es una determinada naturaleza común a todos los seres humanos. Esto no quiere decir que cada cual pueda con su vida escribir una biografía distinta. Eso es, precisamente, lo interesante: los seres humanos somos todos iguales y, al mismo tiempo, somos todos distintos. Esto quiere decir que somos únicos y que cada cual tiene un valor infinito, porque cada cual es una historia que enriquece al Universo si está dispuesto a hacer de su vida una historia de amor a toda la humanidad.
     ¿Por qué una historia de amor?
Porque eso significa aumentar la felicidad en el Universo entero.

Bueno, aquí me detengo, porque ya estoy a punto de soltarte eso de que merece más la pena una vida dedicada a aumentar la felicidad en el Universo, que dedicada a mirarse el ombligo (o sea a mirar solo por uno mismo)… en fin que ya lo he dicho. ¡Qué le vamos a hacer! Será la edad, que no perdona.
Adiós.










Unamuno


Miguel de Unamuno me interesa mucho porque militó en las filas del ateísmo en su fase positivista, pero evolucionó a un peculiar existencialismo cristiano. Para Paulino Garagorri "sólo un tema movilizaba sus pensamientos: cómo saltar sobre el muro abismal de la muerte sin perderse de sí y persistir en vida perdurable sin término ni acabamiento". Esta preocupación es comprensible porque los seres humanos somos así: deseamos pervivir en el tiempo. Para Unamuno el deseo de inmortalidad es el deseo más sustancial del ser humano:

"No quiero morirme, no; no quiero ni quiero quererlo; quiero vivir siempre, siempre, siempre, y vivir yo, este pobre yo que me soy y me siento ser ahora y aquí, y por eso me tortura el problema de la duración de mi alma, de la mía propia"

Si desaparecemos del todo nada tiene sentido e importancia. Para que algo tenga importancia es menester que la tenga siempre, de otro modo, no la tiene ya.

El problema de la creencia religiosa

También me interesa de Unamuno el análisis que hace del problema de la religión. En primer lugar por su reivindicación de este problema en los tiempos actuales.

No concibo a un hombre culto sin esta preocupación, y espero muy poca cosa en el orden de la cultura (y cultura no es lo mismo que civilización) de aquellos que viven desinteresados del problema religioso en su aspecto metafísico y sólo lo estudian en su aspecto social o político. Espero muy poco para el enriquecimiento del tesoro espiritual del género humano de aquellos hombres o de aquellos pueblos que por pereza mental, por superficialidad, por cientificismo, o por lo que sea, se apartan de las grandes y eternas inquietudes del corazón. No espero nada de los que dicen: "¡No se debe pensar en eso!"; espero menos aún de los que creen en un cielo y un infierno como aquel en que creíamos de niños, y espero todavía menos de los que afirman con la gravedad del necio: "Todo eso no son sino fábulas y mitos; al que se muere lo entierran, y se acabó". Sólo espero de los que ignoran, pero no se resignan a ignorar; de los que luchan sin descanso por la verdad y ponen su vida en la lucha misma más que en la victoria.

Las razones del corazón

Sobre la existenca de Dios dice Unamuno:

Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o, por lo menos, creo creer en él, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela, por vía cordial, en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es cosa de corazón. Lo cual quiere decir que no estoy convencido de ello como lo estoy de que dos y dos hacen cuatro.Si se tratara de algo en que no me fuera la paz de la conciencia y el consuelo de haber nacido, no me cuidaría acaso del problema; pero como en él me va mi vida toda interior y el resorte de toda mi acción, no puedo aquietarme con decir: ni sé ni puedo saber. No sé, cierto es; tal vez no pueda saber nunca, pero "quiero" saber. Lo quiero, y basta.
De modo que para el pensador español caben tres soluciones a este problema: "la certeza de la aniquilación", "la certeza de la perduración" y la "certeza de la feliz incertidumbre".

Unamuno opta por esta tercera solución, pues es imposible lograr una certeza absoluta sobre la vida del más allá. Tenemos que vivir con esta incertidumbre. Pero eso no debe conducirnos a una vida inactiva, sino todo lo contrario. Debemos hacernos dignos de esa vida del más allá. Y si ésta no existiera "debemos vivir de forma que ello sea una injusticia".

Unamuno, como es sabido, se convirtió al cristianismo tras una honda crisis espiritual acontecida al final de su vida. Suya es la frase: "Lo más revolucionario que hay es la religión". Esta afirmación tiene su razón de ser porque no cabe duda de que vivimos tiempos en que ser religioso no está muy bien visto y significa ir contra la corriente dominante. Además la religión cristiana -que es a la que se refiere Unamuno- propone una auténtica revolución tanto interior como exterior: una transformación de nuestro yo interior al que se le pide que abandone su egoísmo y se transforme en un yo que ama a los demás, y una transformación del mundo al que se le pide que se organice también bajo las premisas del amor.

Por eso para Unamuno Dios es un alguien personal que nos ama desde siempre. En su "Diario íntimo" puedes encontrar esta idea:

"Con la razón buscaba a un Dios racional, que iba desvaneciéndose por ser pura idea, y así paraba en el Dios Nada a que el panteísmo conduce, y en un puro fenomenismo, raíz de todo sentimiento de vacío. Y no sentía al Dios vivo, que habita en nosotros, y que se nos revela por actos de caridad y no por vanos conceptos de soberbia. Hasta que llamó a mi corazón y me metió en angustias de muerte."

Mi comentario

No sé que te parecen estos planteamientos de Unamuno. A mi particularmente me parece que Unamuno es bastante sincero y honesto consigo mismo. No le duelen prendas en reconocer que la ciencia no es toda la verdad; que el corazón humano nos inclina hacia Dios con mucha fuerza; y que las razones de los que no creen posible la existencia de Dios son dogmatismos.

Pero quizás la idea que más me gusta de este pensador es la de que (aunque no sepamos si Dios existe) debemos vivir como si Dios existiera, de modo que sea injusto que Dios no exista. Viene a decir: aunque Dios no exista finalmente, nosotros con nuestra lucha por el Bien, haremos injusta esta situación. Cumplamos con nuestra parte y esperemos que haya un Dios que cumpla con la suya. ¿Cabe otra actitud más digna frente a un Universo silencioso y enigmático que la de esperar y actuar contra toda esperanza?

(Blaise Pascal)

Esta actitud que propone Unamuno no es ya la apuesta de Blaise Pascal.

Decía Pascal:

"Dios existe o no. ¿Por cuál de las dos soluciones nos decantaremos? La razón nada puede decirnos, pues hay una distancia infinita entre nosotros y Dios. Pero aunque la razón no puede decirnos qué opción es la verdadera, tampoco puede obviarnos la cuestión. No podemos permanecer sin apostar por una de las dos opciones porque nuestro destino depende de esta elección. Así las cosas ¿qué opción nos conviene más? La opción de Dios, sin duda: si Dios no existe nada perdemos, pero si Dios existe lo ganamos todo").

No sé a tí, pero a mí este argumento de Pascal siempre me ha parecido que promovía una actitud un tanto interesada. Viene a decir: te conviene creer en Dios por si acaso existe. Unamuno dice otra cosa: cree en Dios y actua como si Dios existiera, aunque Dios no exista, porque es lo más digno que puedes hacer.


Esto me gusta.

Popper




K. R. Popper nació en Austria en 1902 y ha fallecido en 1978. En su juventud militó en las filas del marxismo pero pronto lo abandonó. El hecho que desencadenó este abandono fue la muerte de unos militantes socialistas y comunistas en una manifestación en la que participó Popper a los 17 años. La idea de que la revolución contra el capitalismo debía intensificarse y que unas muertes más o menos no tenían mucha importancia, dentro del movimiento de la historia hacia el comunismo, le pareció a Popper terrible. ¿Qué teoría era esa que conducía a arriesgar la propia vida por una utopía que nadie puede saber si será realizable? Y aunque lo fuera: ¿es que una vida humana no vale nada? ¿Cómo podía haber aceptado tan acríticamente una teoría tal?

¿Qué es ciencia?



El marxismo se había presentado como una ciencia. Pero, ¿lo era? Para responder a esta cuestión antes hay que saber qué es y qué no es ciencia. Su obra "La lógica de la investigación científica" aborda esta cuestión. En ella Popper critica el criterio de verificabilidad propuesto para la ciencia por el neopositivismo del Círculo de Viena y presenta como alternativa el criterio de falsabilidad. Según este criterio nunca podemos verificar totalmente una ley científica, pero sí podemos falsarla. Es decir, no podemos saber nunca si es verdadera, pero sí podemos saber si es falsa. Mientras nuestras leyes resulten verificadas por la realidad las mantendremos como verdaderas, pero en cuanto resulten falsadas nos dispondremos a buscar otras. Este debe ser precisamente el criterio de demarcación entre lo que es y no es científico. Lo que es falsable es científico, lo que no es falsable no es científico. Por eso, para Popper el marxismo o el psicoanálisis no son ciencias, pues ningún hecho posible de suceder sería nunca admitido como una falsación.


Para que comprendas estas ideas bueno será poner algún ejemplo. Los zoologos hbían afirmado durante mucho tiempo que todos los cisnes eran blancos. La afirmación es científica porque admite falsación. Pero no es una afirmación verdadera pues se han descubierto cisnes negros en Australia. La afirmación general ha sido falsada. Esto sucede por la sencilla razón de que nunca podemos realizar todas las observaciones posibles. De esto ya se dió cuenta Hume en el siglo XVIII. Este filósofo descubrió un problema en la inducción científica: toda generalización es provisionalmente verdadera porque es imposible verificar todos los casos posibles presentes o futuros. Popper le pone la guinda a esta cuestión y concluye: en rigor no podemos saber si una ley científica es verdadera, pero sí si es falsa. Esto, no me lo negarás, no deja de ser un palo para el positivismo cientificista.


(Aquí tienes al causante de todo este embrollo...)

De estas ideas debemos obtener una conclusión: verdad y verificación no son lo mismo. Esa identificación, que hace el positivismo, salta por los aires con Popper. Además nuestras verdades científicas son provisionales.


"Todo nuestro conocimiento es falible y conjetural", dirá Popper.


Ahora bien, esto no significa para Popper que no haya una verdad. Claro que la hay. Pero una cosa es que haya una verdad y otra muy distinta que nosotros la conozcamos en su totalidad. Desde luego que habrá teorías científicas mejores que otras. ¿Cuál es el criterio para decidir cuáles son mejores? Pues serán mejores aquellas que resisten a las pruebas a las que sean sometidas y no resultan falsadas. De hecho lo característico de la ciencia es su capacidad de hacer predicciones que puedan ser falsadas. El marxismo o el psicoanálisis no serán ciencias porque no son capaces de señalar qué hechos de suceder o no suceder harían falsas sus teorías, ya que parten del presupuesto de que cualquier hecho que suceda tiene explicación dentro de su teoría. Por ejemplo: el marxismo predijo que el capitalismo caería víctima de sus propias contradicciones. Tal hecho no ha sucedido. Entonces se modifica la teoría para explicar esta refutación: todavía no se han dado las suficientes contradicciones que lo destruirán tarde o temprano. Es decir: pase lo que pase la teoría es siempre verdadera. Esto a Popper no le parece serio. Frente a esta actitud acientífica Popper pone como ejemplo a Einstein que hizo una serie de predicciones (que luego se cumplieron) pero que declaró que, de no cumplirse estas predicciones, su teoria de la relatividad sería falsa. Esta sí que es una auténtica actitud científica y lo demás es palabrería.

Su teoría sobre la realidad

Otra de las grandes aportaciones de Popper a la filosofía ha sido su teoría de los tres mundos que pretende explicar qué realidades hay. La pregunta clave enh este asunto es:

¿Existe algo más que lo físico?

Para Popper, sí: además de la realidad física ( mundo 1), hay otra realidad psicológica que es la de la conciencia (el mundo 2) y una tercera realidad que es la de las realidades inventadas o producidas por el ser humano (el mundo 3). Estas realidades del Mundo 3 (pongamos un camión, una escultura de Miguel Angel o una novela) tiene una naturaleza especial: son algo ideal, pues surgen a partir de una idea, y son algo material, pues se plasman en la materia.


Según Popper del Mundo 1 provendría el Mundo 2 y el Mundo 3 de la interacción de la conciencia humana con el mundo físico. Popper reconoce que no sabemos cómo ha sido posible que de la materia surja la conciencia (algo no físico), pero el hecho es que esto ha sucedido de algún modo. Ahora bien, que no sepamos cómo ha surgido no nos permite negar la existencia de lo no físico. De esto se deriva que tenemos que reconocer que, aunque no sepamos cómo, existen realidades no físicas (como la conciencia humana) que están relacionadas con lo físico e incluso realidades ideales, digamos en potencia, que son todas las ideas (teorías, inventos,obras de arte) por descubrir.


Por eso, según Popper, hemos de cambiar nuestro criterio sobre lo que es real. El nuevo criterio debe ser: es real lo físico y todo aquello que tenga incidencia sobre lo físico.

Esta afirmación es otro golpe directo al mentón del fisicalismo (que es otro de los dogmas del positivismo científico) y, no cabe duda de que abre la puerta a la metafísica y a la existencia de realidades no físicas, incluido Dios. Y esto a pesar de que Popper no creía en la existencia de Dios (se manifestaba agnóstico) pero no negaba que fuera posible que Dios existiera.


(El neurobiólogo y premio Nobel J.C. Eccles)



La prueba de que la filosofía popperiana abre el camino a lo espiritual la tenemos en J. C. Eccles. Este neurobiólogo rectifica a popper y sostiene que es posible transitar del dualismo psico-físico popperiano a la idea de la trascendencia del yo. Para Eccles que el yo psíquico haya surgido del cerebro (como sostiene Popper) no resulta comprensible, pues el cerebro es algo físico, mientras que el yo es algo totalmente diferente a lo físico. Si surge de una realidad material, entonces es el mismo material, y esto conduciría nuevamente al monismo psico-físico. El origen del yo ha de ser independiente del cerebro: ha de ser sobrenatural. Es el yo único (el alma) el que está en el cerebro, sin haber surgido del cerebro.

Libertad en el universo

Este pluralismo realista le conduce a Popper a admitir que la libertad es posible a nivel físico. Vivimos en un mundo complejo que no solo es determinista o indeterminista (que para Popper son en el fondo lo mismo), sino también emergente. Es decir pueden surgir novedades no previstas, entre otras razones porque un agente libre (el ser humano) vive en el Universo. Esto es otro golpe a otro de los dogmas del positivismo cientifico que es el determinismo metafísico.


Crítica al historicismo

La libertad no solo es posible a nivel cosmologico, también es posible en el marco de la historia humana. Los necesitarismos históricos como el marxismo son falsos. Su argumento es sencillo pero demoledor: el futuro depende de los descubrimientos que haga el ser humano, pero nadie puede predecir estos descubrimiento, luego nadie puede predecir el curso futuro de la historia humana.

Filosofia política

La reflexión política popperiana tiene mucho que ver con la situación de Europa en la primera mitad del siglo XX. El comunismo, el nazismo y la 2ª Guerra Mundial, le condujeron a una reflexión social y política. Fruto de esta preocupación son sus obras "La Sociedad abierta y sus enemigos" o la "Miseria del historicismo" (obras que te recomiendo leer) dónde Popper expone su oposición a estos sistemas totalitarios y descubre sus bases filosóficas en autores como Platón, Hegel o Marx.


(Un joven Popper en la portada de "La sociedad abierta y sus enemigos" uno de sus libros más conocidos)


Popper defenderá la democracia liberal frente a los totalitarismos nazi y comunista, entre otras razones, porque el sistema permite rectificar errores (la destituibilidad) mediante elecciones libres y se aplican reformas graduales que pueden ser juzgadas por los ciudadanos. Los totalitarismos, por el contrario, llevan a cabo grandes experimentos sociales y eliminan la libertad de pensamiento y expresión. O sea la capacidad de crítica de los ciudadanos.

Para Popper es mejor proceder en política mediante una ingeniería gradual reformista . El argumento es bastante sensato: no somos omniscientes y no podemos saber las consecuencias de nuestras reformas sociales, por eso lo mejor es ser humildes, ensayar y rectificar a cada instante. Mejor, pues, el reformismo político que las revoluciones, que siempren tienen un resultado incierto y que , además, se llevan muchas vidas por delante.



Pero para que el reformismo político sea posible es fundamental la libertad de pensamiento y expresión. La existencia o no de esta libertad es la que decide si estamos ante una sociedad abierta o cerrada.

La influencia de Popper

La filosofía de Popper me parece muy valiosa porque ha puesto en cuestión al positivismo científico al que le ha lanzado serias andanadas contra sus principales dogmas: el verificacionismo, el fisicalismo y el necesitarismo. Popper frente a estos dogmas nos describe un mundo complejo en el que (aunque no sepamos cómo) se ha colado la libertad, tanto la libertad de pensamiento, como la libertad en el mundo físico y en la historia. Reconocer la existencia de estas dimensiones de la libertad no significa que Popper defienda el relativismo en ciencia. Lo que Popper defiende es una mayor apertura y, al mismo tiempo, humildad intelectual. La verdad existe, pero nosotros solo podemos acercarnos a ella y solo estar seguros de la falsedad de nuestras teorías.

Cierto que a partir de los planteamientos epistemológicos de Popper surgieron otros desarrollos más cercanos al relativismo. En este sentido cabe citar a Thomas S. Kuhn (n. en 1922) que en su obra "La estructura de las revoluciones científicas" pone de manifiesto el carácter histórico de los paradigmas científicos y nos ofrece una idea de la ciencia en la que su progreso no se produce por acumulación sino por revolución o cambio de paradigmas. Más allá va P.K. Feyerabend en su obra "Contra el método" dónde defiende una especie de "anarquismo metodológico" según el cual las teorías científicas se oponen unas a otras sin que sea posible determinar de un modo objetivo cuál es la verdadera.


Popper también es también importante por su defensa de la democracia liberal. Su idea de que la democracia liberal es el mejor sistema para progresar críticamente me parece muy valiosa. Supone aceptar una evidencia:no somos omniscientes y por eso no nos queda más remedio que proceder con cautela mediante el ensayo y el error, y rectificar a cada instante. La soberbia intelectual de aquellas teorías que, como el marxismo, creen saberlo todo queda en evidencia. En política los sabios omniscientes (que creen saberlo todo) son muy peligrosos, viene a decirnos Popper.


La filosofía posmoderna

Cabe encuadrar bajo el término filosofía "posmoderna" (también se ha utilizado el término "pensamiento débil") a una serie de autores que desarrollan su pensamiento en la segunda mitad del siglo XX y que se ven influidos por las filosofías de F. Nietzsche y M. Heidegger. Entre los más representativos pueden citarse los siguientes: J.F. Lyotard, J. Derrida, G. Deleuze, Baudrillard y Lipovetsky en Francia, G. Vattimo en Italia, P. Sloterdijk en Alemania y R.Rorty en EE.UU.

(Este es J.F. Lyotard uno de los máximos representantes de la filosofía de la posmodernidad)

Tesis principales

En general todos estos autores hacen un análisis de la sociedad post-industrial occidental de finales de siglo. Según ellos vivimos un momento filosófico que podría caracterizarse por el pluralismo de visiones filosóficas en el que cada filosofía se sitúa en una perspectiva diferente (perspectivismo) y en la que ya no hay un metadiscurso omnicomprensivo (antidogmatismo) que sea la fuente única de sentido. Los grandes metarrelatos, como el marxismo o el cristianismo, ya no valen. En su sustitución surgen múltiples visiones de la vida y muchas esferas de valor diferentes (pluralismo valorativo). Esta situación, lejos de ser negativa, es aceptada como buena y no debe conducir a la disgregación social, pues lo que ahora habrá que hacer es llegar a acuerdos concretos siempre revisables sin pretender realizar utopías.

(En este libro de Lyotard podrás encontrar más desarrolladas las principales tesis de la filosofía posmoderna)

Aunque los autores posmodernos no han ofrecido una alternativa a los ideales cristianos de la ilustración, por ser reacios a hacer propuestas que puedan tomarse como totalizantes, para Vattimo lo que caracterizaría al pensamiento post-moderno es su coincidencia en ser un pensamiento fruitivo y no funcionalista, es decir, un pensamiento que propone no escapar del presente (presentismo) y disfrutarlo, huyendo así de cualquier futurismo emancipador. Los posmodernos son pues nihilistas al estilo de Nietsche y Heidegger, pero pretenden dar a su nihilismo un sentido positivo (ateísmo nihilista positivo).

(Este es Gianni Vattimo)

Según Vatimo estamos en la era postmetafísica en la que tendremos que vivir eligiendo y decidiendo sin modelos, escogiendo opciones débiles, siempre modificables y fruto del acuerdo entre los sujetos. Los grandes fines de la humanidad (la Libertad, la Igualdad, la Comunidad o el Ser Supremo) que pretendían lograr las grandes utopías políticas deben ser abandonados (antiutopismo) por peligrosos y coercitivos. Por eso, la Política debe entenderse como micropolítica y su fin no debe ser otro que el acuerdo sobre lo inmediato y concreto para que cada cual pueda vivir de forma autónoma, creativa y sumergido en la vivencia del ahora.

¿Adónde nos conducen estos planteamientos?

El problema de la filosofía posmoderna es el mismo del relativismo moral: si no hay principios comunes universales válidos para todos, ¿cómo demonios vamos a acordar nada con nadie? O dicho de otra manera: si yo tengo la sartén por el mango, ¿por qué habría de llegar a acuerdo alguno con nadie? ¿En base a qué principios, si todos valen lo mismo?
Reaparece pues la idea de que al final lo que cuenta es la fuerza, el poder para imponerse como única razón, lo cual es demoledor para la humanidad.

Y luego hay otra inquietante pregunta que hacerles a los posmodernos: ¿Por que han dejado de valer los metarrelatos como el cristianismo? Si no hay posibilidad de saber cuál es la verdad (y todas las visiones están en igualdad de condiciones) por qué se decreta la falsedad del cristianismo? ¿Cómo pueden saber que es falso? Como poco -parece lógico pensarlo así- habría que reconocerle el mismo estatus que las demás cosmovisiones, salvo que queramos navegar en la contradicción.

Esta es una de las razones que han dado lugar a una reciente revisión de los postulados posmodernos llevada a cabo por algunos filósofos postmodernos como G. Vattimo, del que te hablaré otro día. Resulta interesante comprobar como desde su propia filosofía "débil" renace el cristianismo. ¡Quien lo iba a decir!


Por último, no deja de ser muy difícil de aceptar que todas las cosmovisiones puedan valer igual. Eso ha dado lugar a todo tipo de localismos morales y a la justificación de cualquier posición (ideológica, política o religiosa) aunque esté promoviendo la violencia, la discriminación de la mujer, el racismo xenófobo, etc. Aquí vale decir que las personas son respetables, pero no sus ideas si éstas son contrarias a la dignidad de las personas. Ahora se dice mucho eso de "hay que respetar todas las ideas". Pues permíteme que te diga que no hay tópico más peligroso que éste. Las ideas, como dice el filósofo F. Savater no son "vacas sagradas" que haya que dejarlas pasar como pasa en la India con las vacas reales. Las ideas hay que discutirlas y criticarlas. Lo que hay que respetar es a las personas y su derecho a la libertad de pensamiento y expresión.

Si quieres que te diga lo que pienso sobre la filosofía posmoderna me parece que es la consecuencia de haber perdido la fe en la posibilidad de la razón de encontrar verdades. El pensamiento débil me parece por eso un débil pensamiento, que es consecuencia (paradójicamente) de haber aceptado unas nuevas creencias (como son el positivismo cientificista o el historicismo marxista) que negaban cualquier explicación metafísica y trascendente del mundo. Pero ahora resulta -como señala Vattimo- que tanto el historicismo como el positivismo, se demuestran falsos. Luego las creencias posmodernas también se tambalean. La situación es pues de perplejidad y desorientación. ¿Qué hacer? Muchos han optado por seguir con el vagabundeo, o sea, refugiarse en su ámbito privado abandonados a un escepticismo teórico y vital. Y otros han decidido enfrentarse al problema y buscar la forma y la manera en la que podamos razonar y encontrar verdades teóricas y prácticas que nos puedan servir para vivir humanamente. Es el caso de muchas filosofías actuales que no han perdido la fe en la razón humana y que, dentro de sus discrepancias, al menos, proponen métodos y criterios para encontrar verdades. Me refiero a propuestas dispares como las de las éticas dialógicas tipo habermas o Rawls, o a los planteamientos personalistas cristianos. A mi la verdad me gusta más este segundo camino. El vagabundeo del escéptico no deja de ser en cierto modo bastante cínico. El que vagabundea lo puede hacer porque otros no lo hacen y defienden (con mayor o menor acierto) una idea de la dignidad humana.

El neocontractualismo

Bajo este término cabe agrupar a una serie de autores que partiendo de la filosofía contractualista moderna desarrollada por autores como Hobbes, Locke, Rousseau y Kant, pretenden renovar la filosofía política dentro del marco de las democracias liberales.

En general todos ellos rechazan el marxismo y admiten la democracia liberal como el mejor sistema para tratar de compatibilizar tanto la libertad individual como la igualdad. Conciben la sociedad como una asociación (y no como una comunidad frente a los denominados filósofos "comunitaristas" como Ch. Taylor) surgida de un acuerdo entre los individuos (y no de un consenso como propone Habermas), aunque difieren en el tipo de acuerdo que debe estar a la base de los sistemas democráticos occidentales y en el tipo de sociedad derivado de ese acuerdo.





La filosofía neocontractualista más influyente, al menos en Europa, es la desarrollada por el filósofo americano J. Rawls (1921-2002). En sus obras "Teoría de la Justicia" y "El liberalismo político" considera que un sistema justo de asociación política será aquel en el que rijan una serie de principios de justicia acordados por sus ciudadanos haciendo abstracción de sus intereses particulares (utilizando el "velo de la ignorancia") y decidiendo conforme a su razón. Razonando de modo imparcial todos coincidiríamos, piensa Rawls, en considerar justo un sistema político en el que:

a) Se reconocieran a todos por igual una serie de derechos y libertades básicos, como el derecho a la vida, al propiedad y a las libertades de asociación, acción y pensamiento.
b) Se reconociera a todos el derecho a acceder a cargos y posiciones sociales o económicas en condiciones de igualdad de oportunidades.
c) Sólo se permitieran desigualdades económicas y sociales siempre que redunden en beneficio de los miembros menos aventajados de la sociedad.

Con estas ideas Rawls pretende situarse en una posición equidistante entre el liberalismo clásico (al reconocer la necesidad de respetar de un modo absoluto una serie de derechos individuales básicos) y el socialismo (al admitir que el sistema debe buscar el beneficio de los menos aventajados).

Su posición, sin embargo, ha sido criticada por otros autores neocontractualistas como R. Nozick para el cual el pacto social nunca acordaría ventajas para nadie, sino que por el contrario reconocería las desigualdades, si éstas son producto de una adquisición legal de la propiedad. En una línea similar, aunque admitiendo un cierto papel del Estado en la producción de determinados bienes públicos que no puedan producir los ciudadanos, se sitúa la obra del economista J. Buchanam.

Mi comentario: pensar en clave universal

Creo que la idea más valiosa de J. Rawls es la idea de origen kantiano de pensar en clave universal. No solo Rawls ha recogido esta idea. También un montón de pensadores que han desarrolado las llamadas éticas "dialógicas" como K. Otto Apel o J. Habermas han recorrido este camino.


Para todos estos pensadores una forma de averiguar lo que está bien (o lo que es justo) es precisamente haciendo lo que proponía Kant: pensar en clave universal. Esto significa, ni más ni menos, que aplicar el imperativo categórico pero en el contexto de un diálogo racional. Así la pregunta clave que hemos de hacernos para averiguar que es lo bueno o lo justo es:


¿Qué es lo bueno para todos?
O mejor dicho:
¿Qué es lo que todos aceptaríamos como justo?


No lo que me conviene a mi o a mi grupo, sino lo que conviene a todos. Esto lo podemos averiguar en un diálogo racional en igualdad de condiciones (Habermas) o poniéndonos una venda en los ojos (o "velo de la ignorancia") y olvidándonos cada cual de su particular situación e intereses ( Rawls). Con esta metodología pretendemn superar el utilitarismo ético de Hume y J.S.Mill, para los cuales lo bueno y lo justo es lo que hace felices o conviene al mayor número de personas.


Un ejemplo


Para que comprendas esto mejor (es un concepto clave en la filosofía actual) imagina la siguiente situación: Un autobús escolar tiene que recoger a los niños de un barrio para llevarlos a la escuela. El barrio tiene la configuración que puedes observar a continuación:


A................................. B............................ C

4 familias............................ 0 familias......................... 3 familias


Cerca del punto A viven 4 familias, ninguna en el punto B y 3 en el punto C. Ten en cuenta que el autobús sólo puede hacer una parada para ahorrar combustible y tiempo. El problema que se plantea es decidir dónde debe parar el autobús. Para solucionar el problema los padres se reúnen y someten la cuestión a votación. Las opciones a votar son los puntos señalados con las letras A,B y C. ¿Cuál crees que será el resultado de la votación?Parece lógico pensar que la parada señalada como la opción A resultaría ganadora, pues dicha parada conviene a una mayoría de padres que viven cerca de ese punto. Ahora bien, la pregunta que te hago es la siguiente:

¿Tú que votarías?

Quizá, si estuviéramos frente a frente, me dirías: -Espere profe, ¿dónde vivo yo? Si te respondiera que no lo sabes, creo que estarías en muy buena situación para elegir la opción más justa y que, después de rascarte la cabeza y mirar otra vez al dibujo, te decantarías por la opción señalada con la letra B. Tú, y cualquiera que no supiera dónde vive, escogería esa opción, pues fuera cual fuera el lugar en el que viviera, esta opción le aseguraría recorrer todos los días la misma distancia aproximadamente que los demás y, en ningún caso, recorrer una distancia mayor. Imagina que te arriesgas y votas por la opción A, y sale elegida esta opción, y luego resulta que vives cerca de C. ¡Menudas caminatas te ibas a dar!


Apliquemos esta metodología a cuestiones más importantes:

¿Qué votaría cualquier persona si hubiera que establecer alguna discriminación entre hombres y mujeres, o entre blancos y negros, o entre creyentes y no creyentes, o entre los que son de derechas y los que son de izquierdas, si no supiera a qué grupo pertenece? Su postura sería indudablemente la del art. 14 de nuestra Constitución:


"Todos somos iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social"


¿Y que diría, por ejemplo, un ciudadano libre romano o un americano del sur sobre la esclavitud, si desconociera si él es o no un esclavo? Pues sin duda alguna diría lo que dice el Art. 4 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948:


"Nadie será sometido a esclavitud y servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas."


¿No te parece que la democracia mejoraría mucho si fuéramos capaces de hacer abstracción de nuestros particulares intereses y votásemos (al menos en asuntos de cierta trascendencia) mirando por lo que es bueno para todos? ¿No serán mucho mejores las relaciones entre los vecinos de nuestro particular barrio, si la solución que se adopte finalmente, es la que contenta a todos y no sólo a unos, aunque éstos sean mayoría? ¿No interesa, incluso a la mayoría, que también las minorías estén a gusto?


Que duda cabe que no siempre es posible encontrar soluciones que sean aceptadadas por todos pero , al menos, hemos de intentarlo. A veces ocurre que, si consideramos el beneficio que nos reporta una solución admisible para todos (aunque no consigamos todo lo que pretendíamos), estamos más dispuestos a ceder y llegar a un acuerdo. En pocas palabras: que todo el mundo quede contento.


Bien aplicadas no creo que estas éticas del diálogo racional sean incompatibles con las éticas iusnaturalistas que apelan al criterio de la naturaleza humana, siempre y cuando el diálogo sea verdaderamente un diálogo racional, que no olvide lo que es bueno para la naturaleza humana.
El neotomismo y el personalismo

(Jacques Maritain)


El principal artífice de la recuperación de la escolástica tomista durante el siglo XX fue el filósofo francés Jacques Maritain (1882-1973). Otros autores destacables dentro de esta corriente son Réginal Garrigou-Lagrange y Etienne Gilson. Jacques Maritain, convertido al catolicismo, fue el inspirador, no sólo del personalismo de Mounier, sino también del pensamiento de los partidos democratacristianos europeos surgidos después de la 2ª Guerra Mundial. Entre sus obras principales cabe citar "Humanismo Integral" y sus ensayos "Los derechos del hombre y la ley natural" y "Cristianismo y Democracia".




(En "Cristianismo y democracia" Maritain explica la estrecha relación entre cristianismo y democracia. La democracia es deudora del cristianismo que trajo al mundo las ideas de libertad, igualdad y fraternidad en ls que se fundamentan las democracias actuales)


Maritain, apoyado en muchos conceptos de la filosofía de Sto.Tomás de Aquino, desarrolla una antropología sustentada en el concepto de persona entendida como un ser racional único e irrepetible en cuyo interior anida un deseo natural de trascendencia. De ahí que para Maritain, tanto las utopías marxistas como el capitalismo salvaje, que sólo ofrecen al ser humano una salvación meramente material, sean insuficientes para lograr la felicidad del ser humano.

La dimensión espiritual de la persona no puede ser acallada o eliminada por la fuerza (como se pretendió en los regímenes comunistas) so pena de amputar a la persona su rasgo más característico y liberador: su religiosidad.


Maritain, además, fue un acérrimo defensor de los derechos humanos y promotor de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 en cuya redacción participó activamente. Estos derechos se derivan de la naturaleza humana y deben ser respetados en cualquier ordenamiento legal. Su planteamientos sociales y políticos le llevaron también a criticar el capitalismo, si bien entendió que la propiedad privada y la iniciativa individual eran derechos inviolables aunque deban estar ordenados al bien común.

El personalismo


(E. Mounier)

Bajo el término "personalismo" se agrupan una serie de autores que conciben al ser humano como un ser personal y a la sociedad como una comunidad de personas. Su fundador fue el filósofo francés Enmanuel Mounier (1905-1950) que se ve notablemente influido por autores neoescolásticos como J. Maritain, existencialistas como G.Marcel y M. Blondel, fenomenólogos como M. Scheler, espiritualistas como M. de Biran y cuya filosofía hunde sus raíces en la ética kantiana, Sto. Tomás, Boecio y Aristóteles.

El personalismo de Mounier pretende ser una reacción frente a los totalitarismos comunista y fascista de su época, pero también frente al individualismo burgués. Cada ser humano es una realidad espiritual única. Esta realidad del ser humano no es una dualidad (cuerpo y razón) sino una unidad (persona).Tiene una suprema dignidad y, por ello, no debe ser tratado nunca como un medio.

La felicidad no puede lograrla mediante la satisfacción de sus necesidades materiales (como pensaba Marx), ni con la realización de sus instintos (como pensaba Nietzsche), ni mediante la liberación de sus represiones sexuales (como pensaba Freud), sino mediante la libre realización de su vocación espiritual. Esta vocación espiritual consiste en el amor a las otras personas y en el amor a Dios. Este es el secreto de la felicidad, que muchos no encuentran porque, como dice Mounier, están ocupados en su propio bienestar y no saben que "la felicidd no basta para ser felices". Es necesario, además, una vida de entrega a los demás dentro de un doble compromiso: construir una sociedad que sea una auténtica comunidad de personas libres y renovarse interiormente mediante la unión con Dios.

La revolución personalista será pues un tipo de revolución no sólo material, sino también espiritual, de signo contrario a los colectivismos (nazi y comunista) y al individualismo capitalista, sistemas en los que, para Mounier y sus seguidores, el ser humano no es tratado como una persona sino como una cosa y en los que sólo se pretende una salvación meramente material insuficiente para satisfacer plenamente al ser humano.

(Este libro es un magnífico testimonio de lo que es el personalismo. Mounier reflexiona sobre el dolor en primera persona y nos acerca a su idea de la verdadera felicidad)


En 1937 Mounier fundó la revista Esprit que desde entonces va a ser el foro de expresión de los autores personalistas. Otros autores personalistas fueron J. Lacroix, P. Ricoeur, Enmanuel Levinas y Xavier Zubiri en España.

Mi comentario

Tanto el neotomismo de Maritain como el personalismo de Mounier son filosofías muy adecuadas a los tiempos que vivimos, pues además de incorporar una certera crítica a la situación de deshumanización a la que nos han conducido las guerras,los totalitarismos o la tecnología, ofrecen también un remedio que me parece cuando menos revolucionario y muy pertinente.

El remedio es la receta universal del cristianismo: ama a los demás y ama a Dios. El mensaje es pues: sal de ti mismo y entrégate a la causa del amor, porque como dice Mounier: "Solo se posee aquello a lo que uno se entrega, y en ciertos casos no es paradójico decir que solo se posee lo que se da"

La propuesta me parece revolucionaria en un mundo en el que el personal está más a la acumulación de todo tipo de objetos (casas, coches, dinero) o reconocimientos (premios, condecoraciones, fama) para uno mismo. En realidad, según Mounier, no tienen nada. Esto, no me lo negarás, es la bomba atómica de la moral.

Otra idea que me parece genial de estos filósofos es su consideración del ser humano bajo la categoría de la persona. Esto significa que no somos un número más dentro de una especie, sino que somos únicos e irrepetibles y cada cual tenemos una dignidad infinita, frente a todos esos pensamientos y filosofías que pretenden encarcelarnos dentro de la categoría de especie o convertirnos en un número con un pijama a rayas, como hicieron los nazis o los comunistas del gulag.

Y otra idea que me encanta de estos filósofos es que no hacen una consideración de la persona solo espiritual sino también corporal. Para lograrlo acuden a esa unidad alma-cuerpo de la que hablaba Aristóteles. Somos seres corporales y espirituales, sin que ninguna dimensión de nuestra personalidad pueda ser olvidada.


"El hombre es un cuerpo con igual título que es un espiritu, todo entero cuerpo y todo entero espíritu. Es un ser natural que por su cuerpo forma parte de la naturaleza y por su espíritu trasciende este universo material en que se halla inmerso"


Esto significa que no sean buenos los espiritualismos que rechazan la dimensión carnal del ser humano, como los materialismos que se olvidan de la dimensión espiritual humana. Y significa otra cosa: si ha de haber algún destino eterno para el ser humano éste no puede ser sino una nueva existencia corporal porque nosotros somos espíritu y cuerpo unidos. Nuestra felicidad eterna no podría ser otra que vivir de nuevo con nuestros cuerpos. Mira por dónde la resurrección de los cuerpos que predica el cristianismo no sería algo tan descabellado. Sería lo suyo: volver a vivir en esta tierra maravillosa sin dolor ni enfermedad, por siempre felices.

Bueno aquí lo dejo y recuerda:

"Solo tienes lo que das"