La filosofía del siglo XIX puede caracterizarse, salvo algunas excepciones como las de Kierkegaard o J.H.Newman, por la ruptura con los presupuestos metafísicos platónico-cristianos que habían inspirado hasta ahora al pensamiento occidental. Ideas como la idea de que hay un Dios, un mundo creado por Él, una determinada naturaleza racional humana y un Bien Moral por conseguir, que habían sido defendidas (de una manera o de otra) por diferentes autores como Platón, Aristóteles, San Agustín, Ockham, Sto. Tomás, Descartes o Kant, van a ser negadas y frente a ellas se van a edificar diferentes sistemas filosóficos decididamente ateos. Este giro de la filosofía occidental estuvo marcado por tres influencias principales:
a) La influencia de la filosofía idealista e historicista de Hegel. Aunque la mayoría de las corrientes filosóficas reaccionaron frente al idealismo hegeliano, también se admitieron algunas de sus ideas o presupuestos básicos. Se rechazó su idealismo racionalista, es decir, la idea según la cual la realidad (y el hombre) se explican dentro de un proceso de desarrollo de una Razón Absoluta. Este rechazo es manifiesto en autores como Schopenhauer, Nietzsche o Kieerkegaard que descubren elementos irracionales que explican la realidad y al ser humano. Pero otros filósofos (como Marx) admitieron su historicismo, es decir, la idea según la cual la realidad es un proceso regido por una ley que hay que descubrir y a la que hay que someterse.
b) La influencia de las teorías biológicas evolucionistas desarrolladas por Darwin. La tesis evolucionistas de Darwin calaron en la mayoría de las filosofías del continente europeo.
c) La influencia de la filosofía empirista de Hume (1711-1776), sobre todo en el mundo anglosajón. Según el empirismo el conocimiento humano no puede ir más allá de la experiencia. Por esta razón cualquier reflexión filosófica de carácter metafísico sobre el ser humano o la sociedad no son posibles. Sólo las ciencias empíricas, a pesar del carácter probable de sus conclusiones, pueden aportarnos conocimientos sobre la realidad.
Principales corrientes filosóficas del siglo XIX
a. Filosofías en el continente europeo
1-El idealismo absoluto de Hegel: derecha e izquierda hegeliana
Friedrich Hegel (1770-1831), a diferencia de Kant, creyó en la capacidad de la Razón para llegar a la comprensión total de la realidad sin limitación alguna. Los límites que Kant había establecido para el conocimiento humano dejaban fuera a la metafísica. Pero Hegel no se resignó y trató de elaborar una filosofía con pretensiones de explicarlo todo: no sólo la realidad fenoménica, sino también su realidad subyacente o nouménica.

Así que Hegel construyó una filosofía que pretendía ser una explicación de toda la realidad, que para Hegel era racional (se podía entender) y que tenía un sentido y una finalidad que no era otra que el desenvolvimiento y autorrealización del Absoluto ( la Totalidad, la Razón o Dios). Pero este desenvolvimiento es contradictorio (dialéctico) y atraviesa momentos de afirmación, negación y reconciliación, a la búsqueda de una situación final de suprema reconciliación. Todo lo que sucede, sucede entonces necesariamente y tiene un sentido dentro de un devenir histórico más amplio. Así todos los sucesos, incluidas las tragedias humanas, quedan explicadas y en cierto modo justificadas.
Estos planteamientos, recogidos en obras como "La Fenomenología del Espíritu", polarizaron la discusión filosófica durante el siglo XIX. Dieron lugar a numerosas críticas, pero también a la asimilación de muchos de los conceptos desarrollados por Hegel. Esta es la razón por la que a Hegel se le considera el "padre" de la filosofía contemporánea. Marx, por ejemplo, rechazó su idealismo pero admitió la idea de la dialéctica y la necesidad de la Historia. Otros como Kierkegaard se rebelaron contra este necesitarismo y subrayaron la idea de la libertad individual. Schopenhauer negó la racionalidad de la realidad y de la Historia y Nietzsche criticó a Hegel por crear un nuevo Dios para el ser humano: el Estado.
Los más inmediatos seguidores de Hegel se dividieron en dos corrientes: la derecha y la izquierda hegelianas. La "derecha hegeliana" (Gabler y Daub) consideraron cerrada y acabada la dialéctica de la historia haciendo una interpretación conservadora de la filosofía de Hegel, concibiendo al Estado Absolutista Prusiano como la más elevada y definitiva creación de la razón. Los filósofos de la denominada "izquierda hegeliana", por su parte, (Strauss, Stirner, Bauer y Feuerbach) admitieron el esquema dialéctico e idealista de la filosofía de Hegel, pero consideraron que la culminación de la historia no se había cumplido, restando aún nuevos procesos de desalienación del ser humano.

(Este es Feuerbach)
Ludwig Feuerbach (1808-1872) en "La esencia del cristianismo" consideró, dentro de esta orientación filosófica, que la causa de la alienación humana estaba en la religión, que según él no era más que una ilusión del espíritu humano.
2-El positivismo de A. Comte

El filósofo francés Auguste Comte (1798-1857) reaccionó contra la pretensión hegeliana de alcanzar un conocimiento total de la realidad incluyendo en ella aquello que está más allá de nuestra experiencia. Su filosofía está recogida en tres obras principales: "Curso de Filosofía Positiva", "Ensayo sobre el Espíritu Positivo" y "Catecismo Positivista". Para Comte sólo podemos conocer los hechos que se presentan a nuestra experiencia sensible, lo dado, lo positivo. Nada tiene sentido real o inteligible sino es la enunciación de un hecho o no se reduce en última instancia al enunciado de un hecho. De esta afirmación se deriva que la metafísica no es posible como ciencia y que sólo las ciencias empíricas que describen las relaciones entre los fenómenos son auténticas ciencias.
El espíritu humano y el orden social de él derivado han atravesado tres estados: el estado teológico, en el que el ser humano ha creído en la divinidad, el estado metafísico, en el que se han abandonado las creencias religiosas, y el estado positivo, en el que ya sólo se confía en la ciencia, a la que se considera el único tipo de conocimiento válido y el único instrumento adecuado para hacer progresar a la humanidad.
3-El marxismo
Karl Marx (1818-1883), rechazó la idea especulativa que tenía Hegel de la filosofía y consideró que los filósofos debían dedicarse, no a interpretar la realidad -que era un modo de justificarla- sino a cambiarla, habida cuenta de que la sociedad industrial y la maquinización, que estaban explotando a los trabajadores, no constituían una situación racional, ni aceptable. No es precisamente el Espíritu o la Razón lo que se desarrolla en la historia sino la Materia (y los intereses económicos) en busca de una sociedad igualitaria y sin clases sociales. Pero al mismo tiempo -siguiendo en esto a Hegel- entendió que el proceso de la Historia era dialéctico, necesario, inevitable y racional, aunque su final (la llegada de la sociedad comunista) fuera distinto al preconizado por Hegel.

(Marx y Engels, mano a mano.)
La filosofía de Marx se contiene en una serie de obras que han ejercido una notable influencia. Entre ellas cabe destacar "Los manuscritos de Economía y Filosofía", "La miseria de la filosofía", "El manifiesto comunista" (escrita junto con su amigo F. Engels) y su trabajo más extenso "El Capital". Para Marx la alienación fundamental del ser humano no es la religiosa, como había pensado Feuerbach, sino la económica. La religión es una ideología para mantener esa desigualdad de clases y reprimir los anhelos de justicia de los trabajadores. De ahí que, si queremos cambiar la situación de alienación del ser humano (y lograr la libertad de los seres humanos), deberemos modificar la infraestructura económica e instaurar una sociedad sin clases y sin propiedad privada: una sociedad plenamente comunista. Sólo así desaparecerán las divisiones de clases y el Estado y la Religión ya no serán necesarios. Este es el auténtico sentido de la Historia y hacia él caminamos inexorablemente. El capitalismo se hundirá por sus propias contradicciones y tras una breve fase de dictadura del proletariado, llegará la sociedad comunista en la que se lograrán la justicia y la libertad. Nuestra actitud ante esta perspectiva no puede ser otra que tomar conciencia y sumarnos a la revolución del proletariado.
4-El irracionalismo

Arthur Schopenhauer (1788-1860) puso de manifiesto en su obra principal, "La vida como voluntad y representación", que no es precisamente racionalidad lo que podemos apreciar en la vida, sino más bien lo contrario: una falta completa de razón y de sentido en todo. La vida es un ansia ciego e irracional por vivir, pero su destino es la muerte. Todo esto es absurdo. El mundo consiste en nuestra representación de él, es una especie de "sueño de nuestro cerebro".
5-El existencialismo

Sören Kierkegaard (1813-1855), es considerado el iniciador del existencialismo por haber subrayado, en oposición a Hegel, la realidad de la existencia del yo individual que somos cada uno de nosotros, así como nuestra libertad, responsabilidad y angustia que nacen ante la imperiosa obligación de elegir nuestra propia vida. Esta vida puede ser vivida conforme a tres fases vitales: la fase "estética", la fase "ética" y finalmente la fase "religiosa", única forma vital bajo la cual podemos encontrarle sentido a la realidad. Entre sus obras más destacadas cabe mencionar: "Temor y temblor", "El concepto de la angustia" o "La enfermedad mortal".
6-El vitalismo

Friedrich Nietzsche (1844-1900) planteó su filosofía como una crítica a toda la tradición intelectual de Occidente de inspiración platónico-cristiana (incluido Hegel al que consideró en el fondo un metafísico cristiano justificador del nuevo "amo" del ser humano: el Estado) proponiendo al mismo tiempo una filosofía vitalista como alternativa. Para Nietzsche la única realidad es la vida (no hay dos mundos -el del más acá y el del más allá- como sostienen las filosofías platónico-cristianas) y ésta es principalmente "voluntad de poder". El ser humano no es un ser racional (como ya había sostenido Schopenhauer), sino más bien un ser instintivo en el que la voluntad de poder (no la mera "voluntad de existir" de Schopenhauer) predomina sobre la razón. Por ello toda moral basada en el dominio de los instintos por la razón es una "moral de esclavos" a la que hay que oponer la "moral de los señores", cuyo único criterio ha de ser el desarrollo de los instintos vitales y la voluntad erigirse en la única ley. Sólo así alcanzaremos el ideal del "superhombre". Así lo afirma en obras muy influyentes como "Más allá del bien y del mal" o "La Genealogía de la Moral". Para Nietzsche el cristianismo, con su creencia en el más allá, minusvalora la vida presente y mata la vida al proponer como ideal la represión de los instintos vitales. Frente a la creencia cristiana Nietszche propone el ateísmo y la idea del "Eterno Retorno", es decir, la inmanencia frente a la trascendencia. También la Ilustración, que es una derivación racionalizada del cristianismo, es negativa: sus propuestas de igualdad, democracia y fraternidad son la ideología de los débiles frente a la de los fuertes y una nueva fuente de mandatos morales contra la vida. Por ello es vital acabar con el Estado y lograr así la libertad.
7-El historicismo

Wilhelm Dilthey (1833-1911) consideró que el ser humano es un ser histórico que sólo puede entenderse en la historia. Pero la historia del ser humano y sus realizaciones no las podemos explicar en sentido causal, como habían pretendido Hegel y Marx, sino solamente comprender. Éste ha de ser el cometido de las Ciencias del Espíritu en contraposición a las Ciencias de la Naturaleza. Así lo afirma en su obra más importante: "Introducción a las Ciencias del Espíritu". Tampoco podemos establecer de un modo fijo cuál sea la naturaleza humana, porque el ser humano es una realidad vital cambiante e histórica.
b) La filosofía anglosajona
En el mundo anglosajón había quedado claro que la metafísica no era posible como ciencia (excepción hecha de idealistas hegelianos como Bradley y Mac Taggart) merced a la influencia del filósofo escocés D. Hume, que continuaba así una tradición iniciada con Ockham en el siglo XIV. El papel de la filosofía debía limitarse todo lo posible para no rebasar el alcance y límites de la experiencia. Sólo en la experiencia, y a través de un proceso de inducción, y posterior generalización de las observaciones, podremos lograr un conocimiento seguro sobre la realidad que nos rodea.
Dos fueron durante el siglo XIX las corrientes principales en el mundo anglosajón: el empirismo utilitarista, cuyos representantes más destacados fueron J. Bentham y J. S Mill, y el pragmatismo americano iniciado por autores como W. James y Ch. Peirce.
1-Empirismo y utilitarismo
Jhon Stuart Mill (1806-1873) es el autor más representativo de esta corriente. Influido por J. Bentham y J. Mill (su padre) desarrolló una filosofía empirista y utilitarista, siendo al mismo tiempo el representante más destacado del liberalismo político del siglo XIX. Sus planteamientos empiristas derivan de la filosofía del escocés D. Hume, y como él, considerará la experiencia como el límite de nuestro conocimiento y la inducción como el único método válido de lograr verdades sobre la naturaleza, el ser humano y la sociedad. Sus aportaciones más destacadas dentro de esta tradición están en la formulación del criterio moral utilitarista de felicidad en su obra "El utilitarismo" y su decidida defensa de un ámbito de libertad individual para los ciudadanos frente al Estado en su conocido ensayo "Sobre la libertad".
Para Mill, como para Bentham, la felicidad está en el aumento del placer y en la disminución del dolor. Por ello la bondad o maldad de una acción estará en si es útil en orden a lograr la felicidad, es decir, si consigue evitar el dolor o permite lograr el placer. Pero este criterio hay que aplicarlo a la sociedad en su conjunto convirtiéndose "la mayor felicidad posible para el mayor número de personas posible" en el criterio moral fundamental. Aunque hay que actuar siempre a la búsqueda de la felicidad individual, también hay que tener en cuenta que esa felicidad individual depende del bienestar general y para Mill es un hecho que viven más felices los que se preocupan por los demás.
Esta filosofía se desarrolló principalmente en los Estados Unidos. Sus representantes fueron, en el siglo XIX, Charles Peirce y William James. Posteriormente cabe citar a John Dewey.

Ch. S. Peirce (1839-1914) influido por el empirismo y el utilitarismo considera que la filosofía debe limitarse a lo que se da y no puede desconectarse de la praxis, es decir, de sus consecuencias prácticas.
W. James (1842-1910) por su parte pondrá de manifiesto que las ideas de los sujetos están relacionadas con sus intereses prácticos y que serán verdaderas para ellos si les ayudan a lograr esos intereses. El criterio de verdad de una idea estará en si es práctica o útil, es decir, en si ayuda o no a lograr un trato satisfactorio con la realidad. Incluso la idea de Dios es verdadera si resulta útil para lograr la felicidad humana. En su obra "Las variedades de la experiencia religiosa" defiende la racionalidad de la creencia religiosa. Su tesis es la siguiente: puesto que la comunicación con Dios es sentida por el hombre religioso y tiene consecuencias evidentes para él e incluso para los demás, la creencia en la existencia de Dios está justificada. James rompe así con la idea de considerar la creencia religiosa como algo irracional que se había impuesto en la filosofía anglosajona.
3.Crítica del empirismo

IMPORTANCIA DE LA FILOSOFÍA DEL SIGLO XIX
La filosofía del siglo XIX ha configurado de forma decisiva el pensamiento actual. De ella derivan casi todas las corrientes de pensamiento actuales.
La filosofía de Marx generó toda una corriente de pensamiento que se desarrolló en los países en los que triunfó la revolución comunista, principalmente en la Unión Soviética y China. Los dirigentes de la revolución, como Lenin y Stalin, adoptaron las principales ideas de Marx, si bien modificaron algunos postulados, considerando, por ejemplo, que la fase de la "dictadura del proletariado" debía ser permanente, pues el Estado en la práctica se hacía por completo necesario para realizar los ideales de la sociedad comunista.
La influencia de Marx también alcanzó a muchos filósofos que desarrollaron sus filosofías en el seno de los países capitalistas, aunque éste fuera recibido críticamente. Así el existencialismo marxista de Sartre, o la síntesis entre marxismo y psicoanálisis intentada por autores como Marcuse dentro de la Escuela de Frankfurt (Horkheimer, Habermas y otros) que vinieron a poner de manifiesto la negatividad de la razón instrumental instaurada por el capitalismo, pero subrayando al mismo tiempo que la liberación del ser humano no debe ser meramente económica sino también cultural.
Autores como Berstein o Liebnecht propusieron un marxismo revisionista al rechazar la vía revolucionaria para lograr los ideales del proletariado, optando así por la vía reformista y democrática, dando lugar a la denominada socialdemocracia o socialismo democrático.
En la realidad histórica el marxismo se vio en cierto modo realizado a partir del golpe de estado protagonizado en 1917 por los bolcheviques en Rusia. Desde la Unión soviética se extendió por medio mundo: China, países del Este, Cuba, etc, Hasta la caída de los sistemas comunistas de la URSS y de los países del Este, ha venido siendo la ideología inspiradora de multitud de sistemas políticos y aún hoy conserva su influencia en países no comunistas a través de los partidos comunistas y socialistas (o socialdemócratas).
La filosofía de J.Stuart Mill planteó la necesidad de configurar un ámbito de libertad individual inviolable frente al poder del Estado y la Sociedad. Esta idea y la defensa de principios, como el de iniciativa individual, se han consolidado en nuestras actuales democracias liberales. Por otro lado el liberalismo de Mill no cerró sus ojos a la situación del proletariado industrial del siglo XIX desarrollando planteamientos sociales compatibles con las libertades individuales y el capitalismo. En general esta filosofía se constituyó en una clara alternativa al marxismo, y junto con el democratismo de A. De Tocqueville, se ha abierto paso en la Europa occidental frente a los planteamientos revolucionarios preconizados por comunistas y anarquistas.
El pensamiento de Nietzsche supuso un completo vuelco de la filosofía occidental, tanto en sus formas como en sus contenidos. Con él surgen una serie de filosofías “vitalistas” o “filosofías de la vida” que se diferencian entre sí por la diferente concepción que tienen de la vida, pero que se identifican al considerar todas ellas la realidad vital (y no ya la razón) como el nuevo y principal objeto de reflexión filosófica.
Además del auge de las filosofías vitalistas en el continente europeo, la influencia de Nietzsche se ha visto reforzada en la actualidad al considerársele uno de los autores, junto con el existencialista M. Heidegger, inspirador de la denominada “Filosofía Post-Moderna” integrada por diversos filósofos que acogen en sus filosofías los principales rasgos del pensamiento Nietzscheano como su relativismo metafísico y moral o su ateísmo.
La influencia de Kierkegaard se hizo patente en el existencialismo posterior que se desarrolló en el continente Europeo, integrado por una serie de filósofos dispares como J.P. Sartre, M. Heidegeger, G. Marcel o M. de Unamuno, que consideraron, como él, la existencia (y su sentido) como el objeto primordial de la reflexión filosófica. Kierkegaaard fue además el ejemplo de cómo podían desarrollarse filosofías cristianas desde planteamientos diferentes a los de las filosofías medievales y modernas. La angustia existencial le conduce a Dios. Esa será la senda que seguirán muchos filósofos en el siglo XX como es el caso de G.Marcel o Unamuno.
El positivismo de Comte y el empirismo inglés tuvieron su continuación en el denominado "movimiento análitico" (neopositivismo, atomismo lógico y filosofía del lenguaje ordinario) predominante durante el siglo XX en los países de cultura anglosajona. Estas filosofías limitaron el ámbito posible de la filosofía a la reflexión sobre el método científico y el análisis del lenguaje.