Panorama de la Filosofía durante la Ilustración
El siglo XVIII estuvo marcado por el fenómeno cultural de la Ilustración que abarca el tiempo transcurrido desde la Revolución Inglesa de 1688 -con la primera quiebra del absolutismo político- hasta la Revolución Francesa de 1789. La ilustración se originó en Inglaterra, pero se extendió como un reguero de pólvora por todo el continente.

¿Qué es la Ilustración?
Esta misma pregunta se hizo el filósofo Kant en su tiempo contestándose de esta manera:
"La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! Ten el valor de servirte de tu propia razón: he aquí el lema de la ilustración".
La Ilustración consistió, pues, en la llegada de la razón a la "mayoría de edad". Esto se tradujo en un empeño de racionalización de la realidad, despachándose todo conocimiento fundado en la creencia religiosa o en la superstición. Sólo la explicación de la Ciencia era admisible para una mentalidad ilustrada. Al mismo tiempo las cuestiones no sometidas al estudio de la ciencia debían quedar a la subjetividad y libertad de pensamiento de cada cual, postulándose la tolerancia (Voltaire) como un valor fundamental.



Los ilustrados fueron conscientes de la enorme tarea de racionalización de todos los aspectos de la realidad y se entregaron a esta misión con pasión. Fruto de esta actividad fueron las Enciclopedias como la "Enciclopedia o Diccionario razonado de las Ciencias, de las Artes, y de los Oficios" de Diderot y D'Alembert en Francia, en las que se pretendió resumir todo el saber racional de la época y eliminar los prejuicios y creencias tradicionales.


Los problemas de la filosofía del siglo XVIII

Kant, que fue quizá el filósofo más representativo de la época, consideró que cuatro debían ser las preguntas decisivas de la filosofía:

1ª- ¿Qué podemos conocer? (Problema gnoseológico).
2ª-¿Qué ciencia podemos hacer? (Problema epistemológico).
3ª-¿Qué debemos hacer, tanto en el campo de la acción humana como en el de la acción política? (Problema moral y político).
4ª-¿Qué nos cabe esperar en la Historia y más allá de ésta? ( Problemas sobre el sentido de la Historia y el Problema de la Religión).

Siguiendo esta estructura de problemas, las principales respuestas durante el siglo XVIII fueron a grandes rasgos las siguientes:

a) La cuestión gnoseológica y epistemológica íntimamente conectadas, estuvo definida por el intento de superación del racionalismo y del empirismo realizado por Kant. Racionalistas y empiristas continuaron sus debates durante este siglo. Leibniz, que muere en 1715, y Hume, que nace 1711 son las dos figuras más representativas e influyentes.


Fue Hume quien desde un empirismo radical llega a negarle a la metafísica toda validez científica y quien pone por primera vez en duda la validez de nuestros métodos inductivos de conocimiento científico, dando lugar con posterioridad a la crítica de la Ciencia y sus métodos operada en la filosofía contemporánea.


Kant intentó una solución limitando el alcance de nuestro conocimiento a la experiencia, pero señalando que el entendimiento actúa sobre la experiencia explicándola y que hemos de tener en cuenta determinados a prioris del sujeto en el proceso del conocimiento humano. Lo que no podemos conocer es lo que está más allá de nuestra experiencia, por ello, la metafísica no será posible como ciencia. Sí que serán posibles por el contrario la Física y las Matemáticas, quedando con ello muy limitado el campo de la filosofía y nuestras pretensiones de conocimiento trascendente.

b) En la cuestión moral dos fueron las teorías morales principales: el emotivismo moral de Hume desde el campo del empirismo y la ética del deber kantiana, que pretendió recuperar, superándolos, los postulados morales del racionalismo.


Para Hume los criterios de bondad y maldad derivan del sentimiento humano, no de la razón, mientras que para Kant la razón práctica es la que ha de establecer criterios de moralidad autónomos, pero de carácter universal. Este es el sentido de su imperativo categórico y de su actuación por el puro deber. Este imperativo puede formularse de diversas maneras: "Actúa de tal manera que la norma de tu actuación pueda convertirse en ley universal" o "no trates nunca a los demás como un medio sino como fines en sí mismos". Cada cual debe aplicar el imperativo categórico y así saber qué está bien y qué está mal.


Ambos pues coinciden en que es desde el sujeto de dónde se derivan los criterios de bondad e incluso ambos confían en que esos criterios son uniformes en la naturaleza humana, pero difieren en si es la razón o el sentimiento humano quien los establece.

c) La cuestión política continuó por los mismos derroteros del siglo anterior con algunas aportaciones al debate entre absolutistas y liberales.

El absolutismo, influido por ciertos ideales ilustrados, se disfrazó de despotismo ilustrado y proclamó su intención de beneficiar al pueblo pero sin permitirle participar en el poder. Su lema "todo para el pueblo pero sin el pueblo" es bien significativo.

El liberalismo contó con los desarrollos teóricos de Montesquieu (1689-1755),que dejó plenamente formulada la teoría de la separación, independencia y equilibrio de los poderes -legislativo, ejecutivo y judicial- como modelo político necesario para garantizar la libertad política.


(Montesquieu)

Otros teóricos fueron más lejos y no se conformaron con la libertad política frente al monarca absoluto, sino que postularon la igualdad de todos y la necesidad de regirse por la "voluntad general", como es el caso de J.J. Rousseau (1712-1778), dando lugar a un "democratismo" político y a tesis de gobierno abiertamente republicanas. Puesto que los hombres han creado el Estado para preservar su libertad, al pueblo corresponde la soberanía al ser el depositario último del poder, siendo los gobernantes meros funcionarios suyos. Las leyes han de ser aprobadas por el pueblo, manifestándose así la "Voluntad General", que sólo pretende el bien del cuerpo social, y no la satisfacción de intereses particulares, siendo además esta soberanía absoluta, indivisible e intransferible.



De Rousseau derivó una concepción radical de la democracia, muy influyente en los revolucionarios franceses, que contrasta con la concepción liberal del Estado de Derecho de Locke y Montesquieu, que inspiró a los sistemas constitucionales anglosajones, en la que el poder se limita y se controla mediante la separación de poderes.

Las ideas de los ilustrados cruzaron el atlántico y se propagaron por Europa. Sus consecuencias fueron la Revolución Americana de 1776 y la Revolución Francesa de 1789. Los ideales de esta revolución fueron tres: la libertad, la igualdad y la fraternidad.


(Los ideales de la revolución francesa)

Autores como Kant suscribieron con pasión estos ideales pero no estuvieron de acuerdo con la ilimitación del poder del pueblo. El desarrollo histórico ineludible hacia la libertad política se logrará cuando todos los pueblos de la tierra se constituyan en Estados de Derecho y se unan en una federación de repúblicas libres, con sus poderes legislativo, ejecutivo y judicial mundiales, para lograr así la paz en el mundo.

e) El sentido de la Historia fue un problema filosófico al que se volvió en este siglo pero procurando alejarse de las consideraciones trascendentes de la Historia propias de la época medieval.

Las metas de la Historia debían ser ahora inmanentes. La secularización de la idea de providencia divina, presente en la filosofía de la Historia de S.Agustín, y la convicción de que la Ciencia y la Técnica avanzaban sin cesar, condujeron a la idea de que la Historia se adentraba por el camino del progreso.

Así lo pensó, por ejemplo, Condorcet (1743-1794) para quien la historia del hombre es la historia del mejoramiento continuo de la razón humana, que se va abriendo paso hacia la emancipación y liberación, tanto de las tiranías, como de la propia Naturaleza y todo ello gracias a la Ciencia. El propio Kant consideró que la libertad y la paz perpetua son la finalidad de la Historia y que a éste final nos lleva la propia Naturaleza, entreviendo el concepto de "necesidad histórica' que tanto peso tendrá en autores posteriores como Hegel y Marx.

f) El proceso de racionalización llegó también a la creencia religiosa. En este campo se intentó derivar una actitud religiosa natural al margen de los ritos y las diferencias entre religiones, reduciendo los dogmas religiosos a los mínimos imprescindibles. En esa actitud se mueve, por ejemplo, Kant -en sintonía con la Reforma Protestante- para el que basta una piedad interior, sin intermediarios, para salvarse así como la creencia en pocas verdades: la existencia de Dios, la creación del mundo por Dios y la existencia del premio y del castigo en el más allá.

La creencia en Dios para Kant, aunque no pueda probarse racionalmente, no resulta irracional. Las pruebas racionales de las escuelas filosóficas (sobre la existencia de Dios y el alma) -nos dirá Kant- no han convencido a nadie. Lo que ha inclinado, sin embargo, a la gente a creer en Dios, en el alma y en su inmortalidad, ha sido más bien la esperanza en una vida futura, la conciencia del deber y la admiración por el orden de la naturaleza. Son buenas razones aunque no sean concluyentes. Por otro lado, la no existencia de Dios tampoco puede demostrarse racionalmente. Por eso resulta racional creer en Dios y en el yo libre e inmortal. En conclusión: la moral y la religión se justifican racionalmente (pudieran ser ciertas) frente a los que las niegan (el materialismo, el ateísmo o el escepticismo) que al negar sin pruebas caen en el dogmatismo.

Las posiciones abiertamente ateas y materialistas fueron defendidas entre otros por Laplace y el escepticismo religioso tuvo en Hume a su máximo representante. Para este filósofo no podemos saber nada en este tipo de cuestiones porque además de encontrarse fuera del alcance de nuestra experiencia, nos sumen en graves contradicciones como la que se da entre la existencia de un Dios bondadoso, omnisciente y omnipotente y el mal en el mundo.

Importancia de la Ilustración

La Ilustración dejó una enorme herencia intelectual a nuestro mundo contemporáneo. Así el ideal de la racionalización de la realidad, la primacía del saber de la Ciencia y de la Técnica que de ella se deriva, la autonomía moral del individuo y el ideal de la emancipación política a la búsqueda de un autogobierno en el que se logren la libertad, la igualdad y la fraternidad de todos los seres humanos.

En esta época quedaron plenamente formulados el principio democrático -es el pueblo quien debe gobernar- y liberal -el poder debe dividirse, controlarse y respetar los derechos individuales- que inspiran nuestras democracias en la actualidad.

De esta época proviene también un cierto optimismo histórico. Los ilustrados pensaron que la Historia caminaba inevitablemente hacia la realización de la libertad, la igualdad y la fraternidad y que el uso de la razón podría lograrlos. Aunque estas esperanzas se han visto en parte defraudadas en los siglos siguientes por el industrialismo (generado por el progreso de la ciencia y de la técnica), y las dos guerras mundiales, aún hoy seguimos creyendo que la ciencia mejorará nuestra situación.


(Ya Kant lo advirtió: el sueño de la razón produce monstruos)

Con relación a la religión, aunque todavía Kant pretende salvarla, la Ilustración dio lugar a las primeras ideas claramente antireligiosas, materialistas y ateas, que fueron el preludio de la filosofía anticristiana de Nietzsche en el siglo siguiente. Toda la cultura cristiana comenzará a tambalearse en este siglo y los valores cristianos, aunque no desaparecen, ya no vayan a ser los únicos o predominantes.