Vattimo y su retorno al cristianismo



Si hay alguna filosofía caracterizada por su ateísmo consustancial esa es la filosofía postmoderna. Sus raíces intelectuales están en Nietzsche y Heidegger, dos autores claramente post-cristianos o incluso, al menos en el caso de Nietzsche, anticristianos. “Dios ha muerto” porque hemos dejado de creer en Él. Eso es lo que ha hecho –según Nietzsche- la filosofía occidental poco a poco. Después de las certezas medievales hemos transitado de la mano de Kant a la negación de la posibilidad racional de llegar a Dios con la razón en su uso teórico. Y, aunque Nietzsche olvida que el uso práctico de la razón le conduce a Kant a Dios (y que Kant sostiene que el ateismo no deja de ser un dogmatismo), para el filósofo vitalista podemos dar a Dios por muerto después de la Ilustración.

Las explicaciones “fuertes” de la realidad, como el cristianismo o el marxismo, ya no tienen sentido. Llegamos a la era del pensamiento “débil”, a la era del relativismo, del gusto por el presente, de la aceptación vitalista de la falta de sentido, al mundo del nihilismo y la voluntad de poder. La cuestión es vivir el presente, disfrutarlo si es posible, y nada más.

La religión, por supuesto, no deja de ser, dentro de esta cosmovisión, un metarrelato con pretensiones de sentido infundadas, además de una pesada carga que reprime la vida del libre disfrutador (homo ludens) que es ahora el ser humano.

Saltar de esta cosmovisión al cristianismo parece misión imposible. Pues éste es precisamente el salto que ha dado Vattimo en un reciente libro titulado "Creer que se cree". Su pretensón: construir una filosofía teísta compatible con el nihilismo postmoderno. Vattimo, claro está, ha sorprendido a la intelectualidad bienpensante al dar este giro a su pensamiento y retornar al cristianismo.



(“Durante mucho tiempo me he levantado pronto para ir a misa antes de la escuela, del despacho, de las clases de la universidad…” )


Razones vitales de un retorno

En esta obra, publicada en 1996, el máximo gurú del pensamiento débil habla de “volver a creer”, de “retorno de lo religioso”, de “reencuentro del cristianismo”. Las razones que el propio filósofo ofrece de este sorprendente giro son de dos clases: unas vitales y otras teóricas. Entre las primeras está la experiencia del envejecimiento y de la muerte:

…¿cómo “retorna” –si retorna, como creo- lo religioso en mi-nuestra experiencia actual? Por lo que a mí respecta, no me avergüenza decir que en ello interviene la experiencia de la muerte –de personas queridas con las que había pensado recorrer un camino mucho más largo, personas, en algunos casos, que había imaginado, siempre, presentes a mi lado cuando me hubiese tocado a mí irme y que, por otra parte, me parecían estimables también por su virtud (afectuosa ironía respecto al mundo, aceptación del límite de todo ser vivo…) de hacer aceptable y vivible la misma muerte…Quizá, más allá de estos accidentes, lo que en un cierto momento de la vida vuelve a poner en juego la cuestión de la religión tenga que ver también con la fisiología de la madurez y el envejecimiento… Nos amenaza la muerte como acontecimiento ineludible y huimos de la desesperación dirigiéndonos a Dios y a su promesa de acogernos en su reino eterno…”

Razones teóricas de un retorno


Pero no son solo razones de índole vital las que conducen a Vattimo a la creencia cristiana, hay también razones teóricas que te resumo:

1ª.- La incapacidad demostrada por la ciencia y la tecnología de ella derivada –cuyo lenguaje es la “voluntad de poder”- de solucionar los problemas del hombre de la modernidad tardía, como son los problemas relativos a la bioética, al medioambiente o el problema más generalizado de la violencia de la sociedad actual.

2ª.-La disolución de las principales teorías filosóficas (como el cientificismo positivista y el historicismo hegeliano-marxista) que pensaban que habían liquidado a la religión:

“Hoy ya no hay razones filosóficas fuertes y plausibles para ser ateo o, en todo caso, para rechazar la religión…lo que hoy ha sucedido es que tanto la creencia en la verdad ‘objetiva’ de las ciencias experimentales, como la fe en el progreso de la razón hacia su pleno esclarecimiento aparecen, precisamente, como creencias superadas. Todos estamos ya acostumbrados al hecho de que el desencanto del mundo haya producido también un radical desencanto respecto a la idea misma de desencanto”.

3ª.- La disolución de la idea que identifica la verdad del ser con la calculabilidad, mensurabilidad y, en definitiva, con “lo manipulable del objeto” que tienen la ciencia-técnica actuales.

4ª.-La discordancia entre existencia y significado, experimentada en propia persona al final de la vida ante la inminencia de la muerte.


El Dios "débil" de Vattimo

Este retorno al cristianismo no lo ve Vattimo incompatible con su pensamiento débil, pues lo esencial del cristianismo es el abajamiento de Dios en la figura de Jesucristo. Dios es amor y porque ama, crea el mundo y nos crea a nosotros, que somos una “iniciativa iniciada” llamada a colaborar libremente con Dios en la realización del bien.


Este Dios, que Vattimo no puede dejar de concebir como un ser personal al que podemos dirigirnos rezándole, se rebaja a la condición de hombre y pone punto final al Dios violento y rencoroso de las religiones primitivas. Es esta kenosis lo esencial del cristianismo, ya que supone la reconciliación entre Dios y el hombre bajo la premisa del mandato cristiano del amor universal. Esto equivale al debilitamiento del ser de la filosofía heideggeriana, intuición que a Vattimo se le presenta como una auténtica revelación que le permite un reencuentro nihilista con el cristianismo.



Así, lo característico del Dios cristiano –el amor al hombre y el perdón- son para Vattimo la máxima revelación cristiana, revelación que sigue operando en nuestra civilización aunque ésta no se confiese nominalmente cristiana, sino laica, descristianizada o postcristiana.



Porque para Vattimo nuestra civilización sigue siendo cristiana en la medida en que reconoce como un ideal a realizar el precepto cristiano de la caridad y la no violencia. Es el cristianismo –prosigue- quien nos ha mostrado a Dios, no como un dueño, sino como un amigo y quien nos insiste en el retorno a la inocencia de los niños y el amor a todos los seres humanos.


Así lo reconoce Vattimo cuando dice:

"…una vez abandonadas las pretensiones de la objetividad de la metafísica, hoy nadie debería poder decir que “Dios no existe”, ni, por otra parte, que su existencia y su naturaleza están racionalmente establecidas de forma definitiva. Lo que creo que se puede decir en términos de un pensamiento no metafísico es que gran parte de las conquistas –teóricas y prácticas, hasta llegar a la organización racional de la sociedad, al liberalismo y a la democracia- de la razón moderna están arraigadas en la tradición hebraico-cristiana y no son pensables fuera de ella".

Este cristianismo secularizado es para vattimo la religión de nuestros días, lo queramos o no. Su verdad está en su proyecto de fraternidad universal y reconciliación entre los hermanos.

Algunas conclusiones

Esta vuelta al cristianismo de Vattimo, aunque sea un retorno sui generis a un cristianismo “secularizado”, “amigable” y “no trágico”, más en la línea protestante que en la católica, me conduce, al menos, a tres conclusiones:

1ª Muestra, una vez más, que creer en Dios es, como poco, razonable, incluso para un defensor del “pensamiento débil”.

2ª.-Desmantela la idea –tan difundida hoy- de que la religión ha sido superada por la racionalidad científica, el progreso de la historia y la propia filosofía.

3ª.-Reconoce en el cristianismo la fuerza inspiradora de nuestra civilización.

De entre las razones que Vattimo aporta para regresar a la creencia cristiana quisiera destacarte una, que también aparece también en otros filósofos actuales: la experiencia del sinsentido de una existencia que termina para nada. No tiene mucha lógica que las cosas sean finalmente así. Y esto para un filósofo no deja de ser algo "increíle". Que seamos inteligentes para que luego no halla lógica alguna en nuestra existencia no deja de ser algo por completo irracional. Es, como decía V.Frankl, como si tuviéramos sed y no existiera el agua.
En pocas palabras necesitamos a Dios para darle sentido (raconalidad) a nuestra existencia. Mira por dónde creer resulta algo bastante razonable.