Unamuno


Miguel de Unamuno me interesa mucho porque militó en las filas del ateísmo en su fase positivista, pero evolucionó a un peculiar existencialismo cristiano. Para Paulino Garagorri "sólo un tema movilizaba sus pensamientos: cómo saltar sobre el muro abismal de la muerte sin perderse de sí y persistir en vida perdurable sin término ni acabamiento". Esta preocupación es comprensible porque los seres humanos somos así: deseamos pervivir en el tiempo. Para Unamuno el deseo de inmortalidad es el deseo más sustancial del ser humano:

"No quiero morirme, no; no quiero ni quiero quererlo; quiero vivir siempre, siempre, siempre, y vivir yo, este pobre yo que me soy y me siento ser ahora y aquí, y por eso me tortura el problema de la duración de mi alma, de la mía propia"

Si desaparecemos del todo nada tiene sentido e importancia. Para que algo tenga importancia es menester que la tenga siempre, de otro modo, no la tiene ya.

El problema de la creencia religiosa

También me interesa de Unamuno el análisis que hace del problema de la religión. En primer lugar por su reivindicación de este problema en los tiempos actuales.

No concibo a un hombre culto sin esta preocupación, y espero muy poca cosa en el orden de la cultura (y cultura no es lo mismo que civilización) de aquellos que viven desinteresados del problema religioso en su aspecto metafísico y sólo lo estudian en su aspecto social o político. Espero muy poco para el enriquecimiento del tesoro espiritual del género humano de aquellos hombres o de aquellos pueblos que por pereza mental, por superficialidad, por cientificismo, o por lo que sea, se apartan de las grandes y eternas inquietudes del corazón. No espero nada de los que dicen: "¡No se debe pensar en eso!"; espero menos aún de los que creen en un cielo y un infierno como aquel en que creíamos de niños, y espero todavía menos de los que afirman con la gravedad del necio: "Todo eso no son sino fábulas y mitos; al que se muere lo entierran, y se acabó". Sólo espero de los que ignoran, pero no se resignan a ignorar; de los que luchan sin descanso por la verdad y ponen su vida en la lucha misma más que en la victoria.

Las razones del corazón

Sobre la existenca de Dios dice Unamuno:

Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia; los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios, o, por lo menos, creo creer en él, es, ante todo, porque quiero que Dios exista, y después, porque se me revela, por vía cordial, en el Evangelio y a través de Cristo y de la Historia. Es cosa de corazón. Lo cual quiere decir que no estoy convencido de ello como lo estoy de que dos y dos hacen cuatro.Si se tratara de algo en que no me fuera la paz de la conciencia y el consuelo de haber nacido, no me cuidaría acaso del problema; pero como en él me va mi vida toda interior y el resorte de toda mi acción, no puedo aquietarme con decir: ni sé ni puedo saber. No sé, cierto es; tal vez no pueda saber nunca, pero "quiero" saber. Lo quiero, y basta.
De modo que para el pensador español caben tres soluciones a este problema: "la certeza de la aniquilación", "la certeza de la perduración" y la "certeza de la feliz incertidumbre".

Unamuno opta por esta tercera solución, pues es imposible lograr una certeza absoluta sobre la vida del más allá. Tenemos que vivir con esta incertidumbre. Pero eso no debe conducirnos a una vida inactiva, sino todo lo contrario. Debemos hacernos dignos de esa vida del más allá. Y si ésta no existiera "debemos vivir de forma que ello sea una injusticia".

Unamuno, como es sabido, se convirtió al cristianismo tras una honda crisis espiritual acontecida al final de su vida. Suya es la frase: "Lo más revolucionario que hay es la religión". Esta afirmación tiene su razón de ser porque no cabe duda de que vivimos tiempos en que ser religioso no está muy bien visto y significa ir contra la corriente dominante. Además la religión cristiana -que es a la que se refiere Unamuno- propone una auténtica revolución tanto interior como exterior: una transformación de nuestro yo interior al que se le pide que abandone su egoísmo y se transforme en un yo que ama a los demás, y una transformación del mundo al que se le pide que se organice también bajo las premisas del amor.

Por eso para Unamuno Dios es un alguien personal que nos ama desde siempre. En su "Diario íntimo" puedes encontrar esta idea:

"Con la razón buscaba a un Dios racional, que iba desvaneciéndose por ser pura idea, y así paraba en el Dios Nada a que el panteísmo conduce, y en un puro fenomenismo, raíz de todo sentimiento de vacío. Y no sentía al Dios vivo, que habita en nosotros, y que se nos revela por actos de caridad y no por vanos conceptos de soberbia. Hasta que llamó a mi corazón y me metió en angustias de muerte."

Mi comentario

No sé que te parecen estos planteamientos de Unamuno. A mi particularmente me parece que Unamuno es bastante sincero y honesto consigo mismo. No le duelen prendas en reconocer que la ciencia no es toda la verdad; que el corazón humano nos inclina hacia Dios con mucha fuerza; y que las razones de los que no creen posible la existencia de Dios son dogmatismos.

Pero quizás la idea que más me gusta de este pensador es la de que (aunque no sepamos si Dios existe) debemos vivir como si Dios existiera, de modo que sea injusto que Dios no exista. Viene a decir: aunque Dios no exista finalmente, nosotros con nuestra lucha por el Bien, haremos injusta esta situación. Cumplamos con nuestra parte y esperemos que haya un Dios que cumpla con la suya. ¿Cabe otra actitud más digna frente a un Universo silencioso y enigmático que la de esperar y actuar contra toda esperanza?

(Blaise Pascal)

Esta actitud que propone Unamuno no es ya la apuesta de Blaise Pascal.

Decía Pascal:

"Dios existe o no. ¿Por cuál de las dos soluciones nos decantaremos? La razón nada puede decirnos, pues hay una distancia infinita entre nosotros y Dios. Pero aunque la razón no puede decirnos qué opción es la verdadera, tampoco puede obviarnos la cuestión. No podemos permanecer sin apostar por una de las dos opciones porque nuestro destino depende de esta elección. Así las cosas ¿qué opción nos conviene más? La opción de Dios, sin duda: si Dios no existe nada perdemos, pero si Dios existe lo ganamos todo").

No sé a tí, pero a mí este argumento de Pascal siempre me ha parecido que promovía una actitud un tanto interesada. Viene a decir: te conviene creer en Dios por si acaso existe. Unamuno dice otra cosa: cree en Dios y actua como si Dios existiera, aunque Dios no exista, porque es lo más digno que puedes hacer.


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