La filosofía posmoderna

Cabe encuadrar bajo el término filosofía "posmoderna" (también se ha utilizado el término "pensamiento débil") a una serie de autores que desarrollan su pensamiento en la segunda mitad del siglo XX y que se ven influidos por las filosofías de F. Nietzsche y M. Heidegger. Entre los más representativos pueden citarse los siguientes: J.F. Lyotard, J. Derrida, G. Deleuze, Baudrillard y Lipovetsky en Francia, G. Vattimo en Italia, P. Sloterdijk en Alemania y R.Rorty en EE.UU.

(Este es J.F. Lyotard uno de los máximos representantes de la filosofía de la posmodernidad)

Tesis principales

En general todos estos autores hacen un análisis de la sociedad post-industrial occidental de finales de siglo. Según ellos vivimos un momento filosófico que podría caracterizarse por el pluralismo de visiones filosóficas en el que cada filosofía se sitúa en una perspectiva diferente (perspectivismo) y en la que ya no hay un metadiscurso omnicomprensivo (antidogmatismo) que sea la fuente única de sentido. Los grandes metarrelatos, como el marxismo o el cristianismo, ya no valen. En su sustitución surgen múltiples visiones de la vida y muchas esferas de valor diferentes (pluralismo valorativo). Esta situación, lejos de ser negativa, es aceptada como buena y no debe conducir a la disgregación social, pues lo que ahora habrá que hacer es llegar a acuerdos concretos siempre revisables sin pretender realizar utopías.

(En este libro de Lyotard podrás encontrar más desarrolladas las principales tesis de la filosofía posmoderna)

Aunque los autores posmodernos no han ofrecido una alternativa a los ideales cristianos de la ilustración, por ser reacios a hacer propuestas que puedan tomarse como totalizantes, para Vattimo lo que caracterizaría al pensamiento post-moderno es su coincidencia en ser un pensamiento fruitivo y no funcionalista, es decir, un pensamiento que propone no escapar del presente (presentismo) y disfrutarlo, huyendo así de cualquier futurismo emancipador. Los posmodernos son pues nihilistas al estilo de Nietsche y Heidegger, pero pretenden dar a su nihilismo un sentido positivo (ateísmo nihilista positivo).

(Este es Gianni Vattimo)

Según Vatimo estamos en la era postmetafísica en la que tendremos que vivir eligiendo y decidiendo sin modelos, escogiendo opciones débiles, siempre modificables y fruto del acuerdo entre los sujetos. Los grandes fines de la humanidad (la Libertad, la Igualdad, la Comunidad o el Ser Supremo) que pretendían lograr las grandes utopías políticas deben ser abandonados (antiutopismo) por peligrosos y coercitivos. Por eso, la Política debe entenderse como micropolítica y su fin no debe ser otro que el acuerdo sobre lo inmediato y concreto para que cada cual pueda vivir de forma autónoma, creativa y sumergido en la vivencia del ahora.

¿Adónde nos conducen estos planteamientos?

El problema de la filosofía posmoderna es el mismo del relativismo moral: si no hay principios comunes universales válidos para todos, ¿cómo demonios vamos a acordar nada con nadie? O dicho de otra manera: si yo tengo la sartén por el mango, ¿por qué habría de llegar a acuerdo alguno con nadie? ¿En base a qué principios, si todos valen lo mismo?
Reaparece pues la idea de que al final lo que cuenta es la fuerza, el poder para imponerse como única razón, lo cual es demoledor para la humanidad.

Y luego hay otra inquietante pregunta que hacerles a los posmodernos: ¿Por que han dejado de valer los metarrelatos como el cristianismo? Si no hay posibilidad de saber cuál es la verdad (y todas las visiones están en igualdad de condiciones) por qué se decreta la falsedad del cristianismo? ¿Cómo pueden saber que es falso? Como poco -parece lógico pensarlo así- habría que reconocerle el mismo estatus que las demás cosmovisiones, salvo que queramos navegar en la contradicción.

Esta es una de las razones que han dado lugar a una reciente revisión de los postulados posmodernos llevada a cabo por algunos filósofos postmodernos como G. Vattimo, del que te hablaré otro día. Resulta interesante comprobar como desde su propia filosofía "débil" renace el cristianismo. ¡Quien lo iba a decir!


Por último, no deja de ser muy difícil de aceptar que todas las cosmovisiones puedan valer igual. Eso ha dado lugar a todo tipo de localismos morales y a la justificación de cualquier posición (ideológica, política o religiosa) aunque esté promoviendo la violencia, la discriminación de la mujer, el racismo xenófobo, etc. Aquí vale decir que las personas son respetables, pero no sus ideas si éstas son contrarias a la dignidad de las personas. Ahora se dice mucho eso de "hay que respetar todas las ideas". Pues permíteme que te diga que no hay tópico más peligroso que éste. Las ideas, como dice el filósofo F. Savater no son "vacas sagradas" que haya que dejarlas pasar como pasa en la India con las vacas reales. Las ideas hay que discutirlas y criticarlas. Lo que hay que respetar es a las personas y su derecho a la libertad de pensamiento y expresión.

Si quieres que te diga lo que pienso sobre la filosofía posmoderna me parece que es la consecuencia de haber perdido la fe en la posibilidad de la razón de encontrar verdades. El pensamiento débil me parece por eso un débil pensamiento, que es consecuencia (paradójicamente) de haber aceptado unas nuevas creencias (como son el positivismo cientificista o el historicismo marxista) que negaban cualquier explicación metafísica y trascendente del mundo. Pero ahora resulta -como señala Vattimo- que tanto el historicismo como el positivismo, se demuestran falsos. Luego las creencias posmodernas también se tambalean. La situación es pues de perplejidad y desorientación. ¿Qué hacer? Muchos han optado por seguir con el vagabundeo, o sea, refugiarse en su ámbito privado abandonados a un escepticismo teórico y vital. Y otros han decidido enfrentarse al problema y buscar la forma y la manera en la que podamos razonar y encontrar verdades teóricas y prácticas que nos puedan servir para vivir humanamente. Es el caso de muchas filosofías actuales que no han perdido la fe en la razón humana y que, dentro de sus discrepancias, al menos, proponen métodos y criterios para encontrar verdades. Me refiero a propuestas dispares como las de las éticas dialógicas tipo habermas o Rawls, o a los planteamientos personalistas cristianos. A mi la verdad me gusta más este segundo camino. El vagabundeo del escéptico no deja de ser en cierto modo bastante cínico. El que vagabundea lo puede hacer porque otros no lo hacen y defienden (con mayor o menor acierto) una idea de la dignidad humana.