Bajo este término cabe agrupar a una serie de autores que partiendo de la filosofía contractualista moderna desarrollada por autores como Hobbes, Locke, Rousseau y Kant, pretenden renovar la filosofía política dentro del marco de las democracias liberales.
En general todos ellos rechazan el marxismo y admiten la democracia liberal como el mejor sistema para tratar de compatibilizar tanto la libertad individual como la igualdad. Conciben la sociedad como una asociación (y no como una comunidad frente a los denominados filósofos "comunitaristas" como Ch. Taylor) surgida de un acuerdo entre los individuos (y no de un consenso como propone Habermas), aunque difieren en el tipo de acuerdo que debe estar a la base de los sistemas democráticos occidentales y en el tipo de sociedad derivado de ese acuerdo.

La filosofía neocontractualista más influyente, al menos en Europa, es la desarrollada por el filósofo americano J. Rawls (1921-2002). En sus obras "Teoría de la Justicia" y "El liberalismo político" considera que un sistema justo de asociación política será aquel en el que rijan una serie de principios de justicia acordados por sus ciudadanos haciendo abstracción de sus intereses particulares (utilizando el "velo de la ignorancia") y decidiendo conforme a su razón. Razonando de modo imparcial todos coincidiríamos, piensa Rawls, en considerar justo un sistema político en el que:
a) Se reconocieran a todos por igual una serie de derechos y libertades básicos, como el derecho a la vida, al propiedad y a las libertades de asociación, acción y pensamiento.
b) Se reconociera a todos el derecho a acceder a cargos y posiciones sociales o económicas en condiciones de igualdad de oportunidades.
c) Sólo se permitieran desigualdades económicas y sociales siempre que redunden en beneficio de los miembros menos aventajados de la sociedad.
Con estas ideas Rawls pretende situarse en una posición equidistante entre el liberalismo clásico (al reconocer la necesidad de respetar de un modo absoluto una serie de derechos individuales básicos) y el socialismo (al admitir que el sistema debe buscar el beneficio de los menos aventajados).
Su posición, sin embargo, ha sido criticada por otros autores neocontractualistas como R. Nozick para el cual el pacto social nunca acordaría ventajas para nadie, sino que por el contrario reconocería las desigualdades, si éstas son producto de una adquisición legal de la propiedad. En una línea similar, aunque admitiendo un cierto papel del Estado en la producción de determinados bienes públicos que no puedan producir los ciudadanos, se sitúa la obra del economista J. Buchanam.
Creo que la idea más valiosa de J. Rawls es la idea de origen kantiano de pensar en clave universal. No solo Rawls ha recogido esta idea. También un montón de pensadores que han desarrolado las llamadas éticas "dialógicas" como K. Otto Apel o J. Habermas han recorrido este camino.
Para todos estos pensadores una forma de averiguar lo que está bien (o lo que es justo) es precisamente haciendo lo que proponía Kant: pensar en clave universal. Esto significa, ni más ni menos, que aplicar el imperativo categórico pero en el contexto de un diálogo racional. Así la pregunta clave que hemos de hacernos para averiguar que es lo bueno o lo justo es:
¿Qué es lo bueno para todos?
O mejor dicho:
¿Qué es lo que todos aceptaríamos como justo?
No lo que me conviene a mi o a mi grupo, sino lo que conviene a todos. Esto lo podemos averiguar en un diálogo racional en igualdad de condiciones (Habermas) o poniéndonos una venda en los ojos (o "velo de la ignorancia") y olvidándonos cada cual de su particular situación e intereses ( Rawls). Con esta metodología pretendemn superar el utilitarismo ético de Hume y J.S.Mill, para los cuales lo bueno y lo justo es lo que hace felices o conviene al mayor número de personas.
Un ejemplo
Para que comprendas esto mejor (es un concepto clave en la filosofía actual) imagina la siguiente situación: Un autobús escolar tiene que recoger a los niños de un barrio para llevarlos a la escuela. El barrio tiene la configuración que puedes observar a continuación:
A................................. B............................ C
Cerca del punto A viven 4 familias, ninguna en el punto B y 3 en el punto C. Ten en cuenta que el autobús sólo puede hacer una parada para ahorrar combustible y tiempo. El problema que se plantea es decidir dónde debe parar el autobús. Para solucionar el problema los padres se reúnen y someten la cuestión a votación. Las opciones a votar son los puntos señalados con las letras A,B y C. ¿Cuál crees que será el resultado de la votación?Parece lógico pensar que la parada señalada como la opción A resultaría ganadora, pues dicha parada conviene a una mayoría de padres que viven cerca de ese punto. Ahora bien, la pregunta que te hago es la siguiente:
¿Tú que votarías?
Quizá, si estuviéramos frente a frente, me dirías: -Espere profe, ¿dónde vivo yo? Si te respondiera que no lo sabes, creo que estarías en muy buena situación para elegir la opción más justa y que, después de rascarte la cabeza y mirar otra vez al dibujo, te decantarías por la opción señalada con la letra B. Tú, y cualquiera que no supiera dónde vive, escogería esa opción, pues fuera cual fuera el lugar en el que viviera, esta opción le aseguraría recorrer todos los días la misma distancia aproximadamente que los demás y, en ningún caso, recorrer una distancia mayor. Imagina que te arriesgas y votas por la opción A, y sale elegida esta opción, y luego resulta que vives cerca de C. ¡Menudas caminatas te ibas a dar!
¿Qué votaría cualquier persona si hubiera que establecer alguna discriminación entre hombres y mujeres, o entre blancos y negros, o entre creyentes y no creyentes, o entre los que son de derechas y los que son de izquierdas, si no supiera a qué grupo pertenece? Su postura sería indudablemente la del art. 14 de nuestra Constitución:
"Todos somos iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social"
¿Y que diría, por ejemplo, un ciudadano libre romano o un americano del sur sobre la esclavitud, si desconociera si él es o no un esclavo? Pues sin duda alguna diría lo que dice el Art. 4 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948:
"Nadie será sometido a esclavitud y servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas."
Que duda cabe que no siempre es posible encontrar soluciones que sean aceptadadas por todos pero , al menos, hemos de intentarlo. A veces ocurre que, si consideramos el beneficio que nos reporta una solución admisible para todos (aunque no consigamos todo lo que pretendíamos), estamos más dispuestos a ceder y llegar a un acuerdo. En pocas palabras: que todo el mundo quede contento.
Bien aplicadas no creo que estas éticas del diálogo racional sean incompatibles con las éticas iusnaturalistas que apelan al criterio de la naturaleza humana, siempre y cuando el diálogo sea verdaderamente un diálogo racional, que no olvide lo que es bueno para la naturaleza humana.