Lo primero es el deber
Para Kant el objetivo de la ética no es la felicidad, sino que se cumpla la ley moral, es decir, el deber. Que el cumplimiento del deber nos logre la felicidad es ya harina de otro costal. Lo primero es el deber, aunque su cumplimiento entre en contradicción con esos bienes como el placer, el interés o nuestra tranquilidad, en los que ciframos la felicidad.
"Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca meramente como un medio".
¿Cómo se aplica este criterio?
El razonamiento de Kant contra el suicidio (defendido por Hume) es interesante: aún a pesar de que una persona se encuentre en una situación de vida penosa no sería moral el suicidio, pues ello implicaría que estaría justificado de modo universal actuar de cualquier modo ante cualquier dificultad. Si el interés particular se sitúa por encima del imperativo universal de proteger la vida, entonces cualquier interés puede justificar acabar con una vida.
Tampoco es ética la mentira porque nadie querría un mundo en el que todos se mintiesen.
Y lo mismo cabe decir de la pereza o vagancia (o sea del no dar ni golpe): aún cuando uno tuviera resueltas todas sus necesidades vitales o estuviera forrado hasta los dientes, su deber moral sería esforzarse a tope en beneficio de la humanidad. De modo que ese ideal contemporáneo de no hincarla y dedicarse a viajar de balneario en balneario a Kant no le parecería ético. Todos tenemos el deber moral de dar de sí todo lo que podamos para favorecer a la humanidad.
Nadie querría, por último, que fuese una norma de actuación universal negar a los demás la ayuda que precisen. Por eso es un deber moral ayudar a los demás.
(En este librito de Kant podrás encontrar sus ideas éticas explicadas con mayor mplitud)
Crítica al emotivismo
La ética kantiana da cumplida respuesta al emotivismo moral de Hume que cifraba el criterio de la moralidad en el sentimiento. Para Kant, sentimiento y deber son dos cosas bien distintas que pueden incluso entrar en contradicción. En ese caso debe prevalecer el deber. Un ejemplo: ¿Tú crees que a los profesores nos gusta suspender al personal? Pues, no. No nos gusta, créeme, pero es nuestro deber hacerlo para que el alumno mejore. Del mismo modo que es el deber de un padre corregir a sus hijos, aunque pase un mal rato. Y así sucesivamente. Hay mil ejemplos en la vida cotidiana que te indican que el sentimiento de gusto o placer no puede ser guía de nuestras acciones si queremos actuar éticamente. Es muy posible, verbigracia, que no te guste mucho estudiar(o al menos que no te gusten algunas asignaturas), pero es claro que tu deber es estudiar. Así son las cosas mon cheri.
Requisitos de la actuación ética
Según el filósofo alemán, hay que actuar por deber y no, meramente, conforme al deber. Esto quiere decir que debemos cumplir con el deber (estudiar) sin esperar recompensa alguna, ni porque nos lo manden o por miedo al castigo. O sea que la intención es fundamental.
También debe ser el propio sujeto quien descubra el deber y se obligue a cumplirlo. Esta autonomía no significa relativismo o hacer lo que nos dé la gana, sino someternos libremente al Imperativo Categórico que es un criterio universal e incondicionado.
La libertad verdadera
Precisamente, si seguimos el imperativo categórico es cuando en realidad somos libres, pues solo en ese caso nos obedecemos a nosotros mismos y no a nuestras inclinaciones o pasiones. A esto se le ha llamado libertad positiva o libertad de realización que hay que distinguir de la libertad negativa o libertad de actuar sin impedimentos. Para Kant es la libertad positiva la que nos eleva sobre la naturaleza y nos realiza como seres realmente libres. Si seguimos nuestras pasiones o realizamos nuestros instintos: ¿qué diferencia hay entre nuestra actuación y la de un animal? ¡Toma ya!
Esta idea kantiana de la libertad me sugiere la siguiente reflexión:
Kant nos habla de una libertad desconocida en nuestros días, porque hoy la idea más extendida de la libertad es que ésta consiste en hacer lo que a uno le gusta (lo que le place a su cuerpo) o lo que le da la gana (que se resume, no en hacer lo que uno quiere, sino en dar satisfacción a nuestras ganas). No sé si estaré en lo cierto, porque supongo que en esto habrá de todo como en botica, pero no me negarás que, al menos, esta es la idea de libertad más publicitada en los medios de comunicación. ¡Si Kant levantara la cabeza y viera en qué han quedado sus apelaciones al deber en nuestra sociedad!
Por ejemplo: ¿querría Kant ir a Marina Dors, ciudad de vacaciones, a tumbarse a la bartola, a que le masajearan, le embadurnaran de barro, le cebaran bien y le entretuvieran con un baile después de la cena? ¿Cuántos días aguantaría Kant en estos templos de la banalidad contemporánea? La verdad es que no me lo imagino. Y si se diera el caso me temo que Kant diría:
-Ahí os quedáis. Tengo cosas que hacer.
Deber, virtud y naturaleza
Otra reflexión antes de terminar: a mi me parece que la ética kantiana es una gran ética que no es incompatible con otra gran ética que es la ética aristotélica. Me parece que para cumplir con el deber hace falta cierta virtud. Y para saber qué es lo que conviene a la humanidad también hace falta conocer la naturaleza de las cosas. Averiguar qué es lo que nos conviene a todos, exige manejar una idea correcta de la naturaleza humana, es decir, saber qué nos conviene porque realiza (y no destruye) nuestra humanidad. En pocas palabras: hacerle justicia a la realidad. Por eso la ética kantiana, aunque es una ética autónoma (es el propio sujeto quien descubre razonando el deber), es también, necesariamente, una ética heterónoma en la que el sujeto debe evaluar las consecuencias de sus acciones en la realidad.
¿Por qué es malo darle a alguien de beber cianuro? Porque además de que nadie querría un mundo en el que la gente se dedicara a envenenar al personal, el cianuro es un veneno. Esa es su naturaleza que no podemos obviar. Así de sencillo. Para fijar esta idea en tu mente ahí te va el logotipo que es obligatorio poner en los envases de bebidas peligrosas para la salud, dada su naturaleza venenosa:
(Ya sabes: si ves este logotipo en un envase no bebas)
Un ejemplo histórico de actuación por el deber muy citado cuando se habla de la ética kantiana:es el caso de Sir Thomas Moro. Este hombre perdió su cabeza por negarse a cumplir con los requerimientos del monarca Enrique VIII. Hay una película sobre esta historia que te recomiendo:Un hombre para la eternidad. Y la frase estelar de Moro fue algo así como: prefiero perder la cabeza que perderme yo. No está mal.

Aún cuando todos robaran, mataran, mintieran o maltrataran a los demás, esas acciones no se convierten en buenas acciones porque sean muchos los que actúen así. Pasa como con la verdad: nada es verdadero porque sean muchos los que lo crean verdadero.
Ahí te va una imagen de unos colegas tuyos. ¿Qué hacen? ¿Está bien lo que hacen porque todos o muchos lo hagan?

Por eso a mí lo que me sugiere esta imagen es que hoy, en los tiempos que corren, para actuar por deber lo que hace falta es tener personalidad.
Sí señor: personalidad, esa es la cuestión.