Hume y Dios (III)

Aunque Hume es más conocido en la Historia de la filosofía por su teoría del conocimiento y por su teoría ética, el tema de Dios fue uno de los que más le interesó.

Agnosticismo moderado

Según Hume no podemos conocer si Dios existe porque no tenemos una impresión correspondiente de Dios.Esta es la lógica consecuencia del empirismo radical del que parte Hume. Pero que no podamos saber si Dios existe no quiere decir que sepamos que no existe.

Por esta razón a Hume no podemos considerarlo partidario del ateísmo, sino más bien (como hace Ferrater Mora) de un agnosticismo moderado.

Lo que está claro es que Hume tuvo muchas dudas sobre el asunto de la existencia de Dios. ¿Cómo es posible - se pregunta- que exista Dios, sea bueno, omnisciente y todopoderoso y permita los males que ocurren en nuestro mundo? O bien no es bueno, o no es omnisciente, o no es todopoderoso, o no existe.

De este argumento Hume no concluye que quede probado que Dios no existe, sino que el tema conduce a la duda, a la incertidumbre y a la contradicción.

Dios y el mal

Quizá al "bueno de David" le hubiera venido bien conocer la respuesta de Kant a este problema, que no es otro que el problema del mal.

Todo cuadra si el mal que ocurre en el mundo no es la última palabra. Dios podría tener prevista una reparación del mal en otra vida. Así desaparece la contradicción. El mal no terminaría por imponerse, aunque Dios lo consienta temporalmente.

Esta respuesta de Kant me conduce a una reflexión: justamente la existencia del mal podría emplearse para demostrar la existencia de Dios si es que el mundo ha de tener algún sentido. Me explico: puesto que existe el mal en el mundo tiene que existir Dios, pues Dios sería la única garantía de que el mal sea reparado en otra vida. De no ser así los males del mundo serían males absolutos y este mundo carecería por completo de sentido.

La otra vida

Sobre la existencia de la otra vida nadie puede saber a ciencia cierta si ésta es posible. Pero tampoco nadie puede negar que pueda haber otra vida. Veamos: ¿no es casi increíble esta vida? Quiero decir: ¿nos damos cuenta de lo insólita y prodigiosa que resulta la vida que vivimos? Basta con atiborrarse a documentales sobre el Universo para darse cuenta de lo que digo. No parece haber nadie por ahí. Tan solo materia y vacío. Y, por lo visto, unos ruidos impresionantes que se producen por el nacimiento o muerte de las estrellas, las auroras boreales y cosas así.



El otro día escuché alguno de esos ruidos del Universo en un programa de radio y, la verdad, quedé impresionado. Yo creía que el Universo estaba más o menos en silencio, pero que va. Los ruiditos en cuestión son sobrecogedores. Los pulsars suenan como los latidos de un corazón (pum, pum,pum,pum...) y las auroras boreales como los fuegos artificiales (chis, chis, chiiis, pum...).
Bueno, a lo que iba: si esta vida ha sido posible (y reconocemos que es un hecho insólito y casi imposible), ¿por qué no puede ser posible otra vida?

Yo por mi parte no la descarto.

El argumento del orden del Universo

El mismo Hume reconoció que la existencia de Dios, aunque improbable, entra dentro de lo posible. El argumento que le parecía más consistente era el del orden aparente que hay en el mundo. Este argumento es fácil de entender: imagínate que te encuentras unas tijeras en la luna. ¿Qué probaría este hallazgo? Como poco que alguien ha fabricado esas tijeras con alguna finalidad. Pues bien, en el mundo nos encontramos cosas que parecen tener una finalidad: por ejemplo la hierba, el agua, los corderos, el sol, etc. ¿Tienen estas realidades alguna finalidad?Parece que sí. La hierba y los vegetales son el alimento de los corderos y animales, también producen el oxigeno que nos permite respirar, los animales nos alimentan, el agua sirve para aplacar la sed, el sol para que sea posible la función clorofílica, la evaporación del agua, etc. Si hay una ordenación de medios a fines en la naturaleza es razonable pensar que haya Alguien (Dios) que lo haya diseñado todo.



(A ver: ¿qué hacen ahí estos corderitos?)


Este argumento no era, para Hume, concluyente, pero sí razonable.
Lo interesante del agnosticismo de Hume es que deja abierta la posibilidad a la existencia de Dios, y ésta me parece una posición bastante honesta.

La necesaria incertidumbre

El hecho de que no esté claro si Dios existe tampoco está mal. ¿Qué sucedería si fuera evidente que Dios existe? Nos veríamos obligados a quererle y a adorarle. Y la verdad, no me imagino un Dios que quiera que le quieran a la fuerza. Más bien creo que Dios quiere que le queramos libremente. Es decir, Dios quiere que queramos el Bien libremente. Y ¿qué es el Bien? El Bien absoluto es amar al prójimo (relacionarse con el otro que no soy yo, hablarle, respetarle, compartir con él, compadecerse, entretenerse, reír, llorar, vivir con, en una palabra, quererle). Es aquí, en esta apertura hacia los otros dónde encontraremos al Otro absoluto y la felicidad.

Esto es lo que pienso después de darle muchas vueltas a este asunto. La felicidad buscada en el amor solo a uno mismo es una falacia y, casi diría, una contradicción en sus propios términos. Por eso, el lema más revolucionario que conozco es el que formuló ese exjuerguista y santo que fue San Agustín que dice:

"Ama y haz lo que quieras"

¡Bueno, bueno, hasta dónde he llegado hoy! Me he introducido en los procelosos terrenos de la teología... Pero ¡que le voy a hacer! No puedo dejar de pensar en estas cuestiones.

¿Hay algún tema más interesante?

¿O más decisivo?